Soy Sara Orozco, estudiante de Ing. Ambiental de la Universidad Rafael Landívar.
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Salir de paseo en la ciudad para nadar en el río más cercano es un tipo de anécdota que los jóvenes quizás escuchamos en algún momento de algún pariente mayor, pues, actualmente, se consideraría una locura atreverse a meter en los ríos que atraviesan las ciudades. La contaminación que vivimos, especialmente en los cuerpos de agua, es enorme, crítica y de alto riesgo para la salud.
Las municipalidades llevan 8 prórrogas al cumplimiento del reglamento para el tratamiento de aguas residuales, aceptadas por las autoridades anteriores del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN). Asimismo, la actual ministra anunció que en lugar de otorgar otra, se buscarán nuevas estrategias de implementación. En este contexto, invito a considerar 3 aspectos importantes:
En primer lugar, cabe preguntarse qué significa esto para las municipalidades, desde la inversión y planificación para lograr ese cumplimiento, hasta la relación con la autoridad ejecutiva, es decir, el MARN, ¿Es posible que veamos un ministerio más presente? De ser así, ¿se lograría impulsar a la comisión municipal pertinente a finalmente ser capaz de encontrar mejores estrategias de financiamiento para cumplir? Aunque también debemos ser conscientes que esto podría incluir tarifas a los vecinos y negociaciones complicadas.
En segundo lugar, como jóvenes nos debemos considerar una parte vital del éxito de toda gestión municipal. Yo, por ejemplo, que vivo en San Miguel Petapa, reconozco desconocer en gran medida la gestión ambiental dentro de mi municipio, que a pesar de ser uno de los más pequeños del departamento, la presencia de la autoridad es escasa en las áreas más lejanas del centro y, peor aún, la comunicación directa, pues como estudiante en algún momento quise acceder a cierta información que nunca me fue facilitada.
También está el caso de un compañero que intentó hacer su trabajo de graduación con la municipalidad de Villa Nueva y la ausencia del encargado, los tiempos de espera y otros aspectos lo hicieron totalmente imposible. Quizás con una presión colectiva más persistente y/o mediática, se hubiese obtenido respuesta.
Por último, quiero reiterar que todo lo relacionado a remediar la contaminación es muy costoso y genera conflictividad. El enfoque de prevención es clave y desde nuestros hogares podemos aportar. ¿Sabemos si contamos con un filtro de grasas y aceites? Si vivimos en algún residencial ¿sabemos si cuenta con su propia planta de tratamiento o se emite directamente al alcantarillado público? ¿Hemos vertido al drenaje sustancias difíciles de manejar? ¿De dónde proviene exactamente el agua que utilizamos? Si no supimos responder al menos a una de esas preguntas, no estamos en el derecho, sino en la obligación de incluirnos en ese desafío común de gestionar adecuadamente nuestras aguas residuales.