Osmar David Gamboa Escobar
Estudiante de Ciencias Políticas
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Según el último censo realizado por el “Censo Nacional de Población en Guatemala”, hay poco más de 17 millones de personas entre niños, jóvenes, adultos y ancianos, conformando una sociedad que día con día avanza dentro de una incertidumbre. No obstante, el guatemalteco común no tiene tiempo para pensar en una de las más grandes crisis políticas en el país desde el 2015, en el área metropolitana el guatemalteco debe pasar de 4 a 5 horas diarias en el tráfico para poder cumplir con su horario laboral, mientras que el guatemalteco que vive en el interior debe buscar maneras de poder sostener a sus familias a través de la agricultura o trabajos mal renumerados.
Aún siendo sociedad, es inevitable pensar en los sueños que como individuos tenemos para un futuro, algunos sueñan con poder superarse a nivel personal, otros con poder culminar sus carreras para acceder a mejores oportunidades laborales, varios más que no están en su tierra, sueñan con algún día volver abrazar a los suyos, porque acá las oportunidades no alcanzan para todos.
En las diferencias y diversidades de cada uno de nuestros anhelos, se encuentran los puntos medios, esa barrera que nos separa se fragmenta, armonizando el acto de ser un ciudadano que converge con sus prójimos, convirtiéndolos en un pueblo que adquiere identidad gracias a la historia y cultura, con un profundo deseo de ser un mejor país. En vísperas de culminar un año electoral con varios intentos del rompimiento del orden constitucional, no está demás recordarle al gobierno entrante, las razones por las cuales ocuparán su lugar.
Sabemos que un país tan golpeado como el nuestro requiere un cambio profundo, acompañado de principios y valores en los cuales el servicio a la patria se mantenga como eje de trabajo, anhelamos un gobierno que muestre apertura al diálogo, pues las anteriores administraciones sufren de amnesia cuando obtienen poder aduciendo a la idea de enriquecerse como prioridad.
Si bien es un anhelo colectivo, el sentimiento proviene de ciudadanos con nombre y apellido, proviene del agricultor de occidente con largas jornadas, del pescador de las costas del Pacífico, del ganadero de oriente, del oficinista de la ciudad, pero no solo ellos son ciudadanos, también lo es el joven que llegó del interior para vender flores en algún semáforo, de los niños que caminan horas para llegar a la única escuela de su comunidad, de aquel que tuvo que abandonar la calidez de su hogar y su tierra empujado por las ganas de ver crecer a los suyos desde la distancia. Los olvidados también cuentan en la ecuación, porque pertenecen a aquí y merecen todo lo que se les fue arrebatado gracias a la codicia y ambición de unos pocos.
Quisiera finalizar citando un pequeño extracto del famoso libro del filósofo suizo Jean-Jacques Rousseau “El contrato social”:
“Nada más peligroso que la influencia de los intereses particulares en los negocios
públicos, y el abuso que el gobierno puede hacer de las leyes.”
Recordando que todas estas palabras vienen del pueblo que los eligió, de aquellos que confiaron en ustedes, palabras que vienen… desde el corazón de un guatemalteco.