Por: Ingrid Julissa De La Paz
Estudiante de Contaduría Pública y Auditoría / Ciencia Política con especialidad en Análisis Político
Bajo la gran capa de la noche, mientras los jóvenes guatemaltecos se preparan para celebrar Halloween, un concurso de disfraces se despliega en el escenario político de nuestra nación. Pero, oh, en el contraste entre las máscaras festivas de los ciudadanos y las de aquellos que lideran nuestra nación, en esta noche de espantos y sorpresas, en la que el misterio se mezcla con la risa, Guatemala revela sus más aterradores disfraces.
El presidente, ese personaje que debería guiar con sabiduría, se disfraza de un hombre que vive en otro mundo, ajeno a la realidad que los guatemaltecos enfrentan día a día. Su habilidad es ser un ilusionista, se transforma en un maestro del desentendimiento, un experto en el arte de mirar hacia otro lado, mientras las cuestiones cruciales del país se desvanecen en la penumbra. Sus palabras pueden ser comparadas a un traje de Halloween, extravagantes y llamativas, pero vacías de contenido. ¿Quién necesita una calabaza iluminada cuando podemos tener declaraciones huecas?
La fiscal del Ministerio Público, en su afán de convencer al público de su bondad, se disfraza de heroína de un cuento de hadas. Pero, en realidad, las historias de villanos y dragones palidecen ante los oscuros misterios que rodean su papel en la justicia. ¿Puede la justicia prevalecer cuando la búsqueda de la verdad se camufla en un vestuario de benevolencia?
El fiscal Curruchiche, ese mago de la palabra que parece transformar la corrupción en oro, se disfraza de justiciero. Pero, en su sombrero de copa y capa de trucos retóricos, oculta los engaños y desvíos de información que perpetúan la impunidad en nuestra nación. ¿Quién necesita trucos de magia cuando la verdadera ilusión y el engaño están a plena vista?
Los políticos, a su vez, se convierten en maestros del camuflaje, adoptando la apariencia de servidores públicos abnegados mientras las sombras de la corrupción los envuelven. En esta noche de brujas perpetua, en la que el engaño y la artimaña parecen ser monedas corrientes, ¿cómo puede la juventud guatemalteca distinguir entre la farsa y la autenticidad?
La decisión de quién gana este concurso de disfraces políticos recae en la capacidad de los ciudadanos para mirar más allá de las máscaras y trajes llamativos, para evaluar la sinceridad y la integridad de aquellos que lideran nuestra nación. El veredicto no puede basarse simplemente en las palabras o en la imagen cuidadosamente construida, sino en la acción y el compromiso con el bienestar de Guatemala y su gente. ¿Quién gana ser el más falso?
Esta sátira de Halloween es un recordatorio de que no todo lo que brilla es oro y que detrás de los disfraces festivos se esconden verdades incómodas. En lugar de temer a los monstruos bajo la cama, debemos mirar de cerca los disfraces que nuestros líderes políticos eligen usar. En esta noche del 31 de octubre, llena de disfraces y risas, recordemos que el futuro de nuestra Guatemala no puede ser construido sobre la base de engaños y disfraces. La verdadera transformación requiere que retiremos las máscaras y enfrentemos la realidad con coraje y determinación.
No permitamos que los disfraces oculten la verdad, y, en su lugar, busquemos la auténtica justicia y democracia que merece nuestra querida Guatemala.