Por: Kevin Segura
Arquitecto, idealista, Fundador del Laboratorio de Liderazgo e Innovación y docente universitario.
Luego de varios meses tortuosos a la espera de las elecciones, en medio de la incertidumbre, con grandes enojos por parte de la ciudadanía ante la vieja política, es necesario hacer un breve análisis de lo que nos dejaron estos comicios.
Lo primero, es entender que, a pesar de que la euforia colectiva y el descontento hacia los políticos tradicionales dieron como resultado un voto disidente del sistema, esto no implica que la elección haya acabado y mucho menos que debamos olvidarnos de la política por cuatro años más. Sino, por el contrario, debemos ratificar esa disidencia y esas molestias a través de la participación ciudadana cada vez más activa. Debemos fiscalizar el trabajo y la relación con las dependencias del Estado para la gestión de planes, proyectos y programas que trasciendan y beneficien a la población en general, hasta el control de quienes hoy ya electos son funcionarios públicos en las municipalidades, en las curules del Legislativo y, evidentemente, en el Ejecutivo.
Lo segundo, es entender cómo se vivieron estas últimas semanas previas a las elecciones, tanto en la primera como en la segunda vuelta. Si bien era evidente el descontento con la vieja política, entre mítines, promesas y mentiras, se ratificó a viva voz lo que todos sabíamos, pero que nadie decía, para la vieja política la ignorancia, el hambre y la desigualdad han sido los elementos cruciales para orillar a la población a seguir votando por quienes con populismo y proyectos clientelares hoy nos tienen como estamos. Claramente, decir que la “riqueza de nuestra cultura es la ignorancia“ sólo aceleró el descontento social que movilizó a miles de personas a estar en contra de esta vieja política.
El tercer elemento sustancial es comprender cómo el movimiento de las redes sociales provocó olas de desinformación, pero también marejadas completas de actores sociales que se sumaron a prestar su voz en contra de la ignorancia. No está demás decir que los tiktoks, los reels, los post, los podcast, entre otros, se convirtieron en herramientas poderosas para educar y concientizar a poblaciones que, por falta de oportunidades o decidía, no se habían inmiscuido en el ámbito político, normalizando el descontento a la política y a sus representantes.
Por último, y no menos importante, hay que atender a un fenómeno social que se veía venir y hoy es una realidad: los grupos demográficos, principalmente los jóvenes, que durante años no han sido protagonistas del proceso eleccionario. Estos grupos formaron esa voz disidente en contra de quienes no les ha interesado nada más que permanezcan esos privilegios económicos, sociales y políticos que sólo benefician al poder hegemónico. Hoy, la juventud es un actor clave para la política, sin embargo, no se siente representada dentro de la toma decisiones, porque siente que las políticas y los programas estatales no son lo suficientemente robustos para mejorar las condiciones de vida, Y que, además, en su mayoría está cansada de ver cómo la han utilizado históricamente como una herramienta para fines políticos y no como sujetos de derecho político.
Dicho de otra manera, podemos esperar grandes transformaciones para los siguientes años, y no, no por un presidente únicamente, sino porque algo ha despertado en la población que la hace más consciente de sus propias elecciones. También reconocer que hoy hay toda una nueva generación de guatemaltecos y guatemaltecas que están dispuestos a reclamar su posición en la historia.
No está demás decir que el rumbo que los guatemaltecos decidieron tomar para los siguientes años será en términos sencillos un enfrentamiento entre aquellos que se benefician de la desigualdad, la impunidad, la pobreza y la ignorancia y aquellos que saben que continuar con el latifundio denominado Guatemala es insostenible desde cualquier punto de vista.
Que el latifundio perezca, pues es hoy cuando las flores empezaran a brotar,
Que el monocultivo desaparezca cuando la selva reclame su lugar,
Que la diversidad sea la riqueza de la flora, como de las mentes en este pequeño lugar.
¡Hoy es cuando! Los Señores de Xibalbá verán crecer Quauhtemallan con sus néctares de virtud y sabiduría, sabrán que las flores no perecerán en lo árido de la ignorancia.