Por Deisy Lique
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Fb: Shaky Lique
Parte de los objetivos de vida para las personas de una nación es dejar un legado de ciudadanos activos. Sin embargo, en nuestro país, la preparación para recibir nuevos seres humanos es inadecuada y, me atrevo a decir, al mismo tiempo, negligente. No me refiero a que las madres y padres no sean capaces de cuidarlos, quererlos o darles los requerimientos básicos de sus derechos. Si no, a la preparación previa que se debería tener para concebir a un hijo. El germen que me llevó a escribir este artículo.
Por años, la responsabilidad de la reproducción se ha dirigido a las mujeres. Siendo estas las que deben lidiar con molestos exámenes físicos anuales, irregularidades del período, la calendarización de los métodos anticonceptivos o el trauma de pasar por abortos espontáneos, aspiraciones manuales para extraer restos de placenta, rasgaduras en el canal vaginal por partos traumáticos o incluso muerte materna por hemorragia que producen consecuencias graves a nivel familiar y social.
La aflicción que vive una mujer cuando entra a una sala de parto sin saber si volverá a ver a sus seres queridos, o el bello rostro de su recién nacido, no debería existir en un país con políticas de salud reproductiva. El objetivo número 3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que habla sobre Salud y Bienestar, pretende garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades. Con respecto a este tema nuestra atención se enfoca en las metas 3.1 y 3.7.
La primera busca reducir la tasa mundial de mortalidad materna a menos de 70 por cada 100,000 nacidos vivos, y, la segunda, garantiza el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva incluyendo planificación familiar, información y educación, y la integración de la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales.
Según el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), la situación epidemiológica, en el año 2022, en 7 departamentos, la muerte materna era mayor a 160 por cada 100,000 nacimientos. Y según la ONU, para el año 2030, se espera que sea un poco más del doble. Esta situación debería llevarnos a tomar conciencia sobre que la salud reproductiva no es solo una simple decisión de mujeres, si bien no es raro que esto suceda en un sistema machista como el guatemalteco, en el que los hombres no consideran la vasectomía como una opción de planificación familiar.
Las escuelas deberían ser libres de enseñar sobre temas reproductivos mediante simposios y seminarios, explicar que es adecuado hablar sobre su sexualidad con sus padres y que lo peor que puede pasar por una vida sexual irresponsable no es un embarazo juvenil, sino consecuencias en la salud como infecciones de transmisión sexual, síndrome de HELLP, muerte materna o neonatal.
Además, el gobierno debería esforzarse por promocionar la salud reproductiva a través de medios de comunicación como radio, televisión y redes sociales, expandiendo así la información a todos en todo momento y no solo cuando se visita un centro de salud o un hospital. Preguntas sencillas deberían ser puestas en cuestión en la población como: ¿Cuántos hijos planea en su vida? ¿A qué edad quiere concebir a su último hijo? ¿Es capaz económicamente de darle la vida que desea a los hijos que quiere?
Si alguna de las preguntas anteriores tiene una respuesta negativa a su expectativa de vida, querido lector y lectora, permítame aclararle que muchas personas se encuentran en la misma situación.
No es infrecuente escuchar la frase: “Este bebé no era esperado, pero fue lo que Dios nos envió” refiriéndonos al tema religioso. Sin embargo, Dios dio el libre albedrío para que cuidemos de nosotros como un templo, entonces por qué sentenciar el cuidado sexual como un tema pecaminoso y tabú.
En la actualidad, existen más métodos de planificación para mujeres que para hombres, mayor frecuencia de enfermedades femeninas por etiología sexual y reproductiva y riesgo de muerte materna.
Por tanto, la salud reproductiva es un derecho equitativo para ambos sexos. Conciudadanos masculinos tengan una visión clara de cuántos hijos desean en su vida. Siéntanse empoderados de decidir por la vasectomía cuando estén satisfechos de la cantidad de hijos y su capacidad económica sea equilibrada. Cuiden a sus parejas previo a la decisión de embarazarse, procuren el uso de prenatales para ambos antes del embarazo. Sean conscientes de que cada feto que su pareja forma pone en riesgo su vida.
Por último, citaré a la autora Jill Churchill modificando un poco una de sus frases: “No hay manera de ser padres perfectos, pero hay un millón de maneras de ser buenos padres”.
Mi nombre es Deisy Lique. Actualmente, soy estudiante de la Universidad de San Carlos de Guatemala en la carrera de Médico y Cirujano finalizando la rotación de Ginecología y Obstetricia de 5to año. Me siento orgullosa de ser una joven con participación ciudadana, creyente en los derechos humanos y la democracia.