Jóvenes por la Transparencia

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Adriana Casasola
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Antropóloga

En el 2022 un gran evento en la historia de la ciencia ha ocurrido: se ha reconocido con el Premio Nobel de Física a tres científicos por sus innovadores experimentos alrededor de la teoría del entrelazamiento cuántico. Por otro lado, en el 2023, un evento trascendental para la historia de Guatemala se avecina: elecciones presidenciales. Y, aunque Guatemala y sus devenires sociales y políticos podrían parecer poco relevantes ante la magnitud y trascendencia que implica tal descubrimiento científico, encuentro que es todo lo contrario, siendo que el primero puede ayudarnos a entender la importancia del segundo. Este hito del conocimiento lleva años trabajándose en especializados laboratorios que pretenden simular el universo como lo conocemos. Los ganadores del Nobel de Física, John Clauser, Alain Aspect y Anton Zeilinger han utilizado fotones -partículas de luz- para demostrar la verdad en ideas “imposibles” que, sin embargo, han venido siendo desarrolladas por décadas en el área de la física cuántica, derrocando el conocimiento clásico de la naturaleza. Hechos como éste dejan una impresión colectiva que invita a la reflexión sobre lo que sabemos, o creemos saber, y nuestra posición en el vasto universo, y para ser más específicos, nuestro papel como habitantes de este pequeño país centroamericano.

¿Es posible vincular nuestra realidad social guatemalteca con este nuevo entendimiento cuántico de la realidad universal? Como la ciencia física acaba de demostrar, junto a la pasión de las ciencias sociales por construir conceptos, me atrevo a aseverar que todo es posible; y puede, además, llevarnos a importantes conclusiones. Para este cometido, es necesario visualizar a mayor escala y con una perspectiva social el concepto de partículas, que se comprenden como un cuerpo material de pequeñas dimensiones que constituyen la materia. Así pues, Guatemala en sí misma puede asumirse como una partícula sociopolítica de territorio en el conglomerado mundial. Así también, cualquier persona puede constituirse como una partícula en la masa de la humanidad. La teoría del entrelazamiento cuántico demuestra que, si bien los resultados de las mediciones hechas a cualquier propiedad de una partícula son aleatorios, las partículas vinculadas unas con otras siempre mostrarán resultados sincronizados. Es decir, lo que afecta a una, automáticamente por leyes ocultas, afecta a la otra.

Aquí no planteo más que lo que muchas veces se ha repetido en contextos tan diversos como la religión, la política, la educación, y muchos campos sociales más. Lo nuevo es que ahora lo planteo con el respaldo científico certero de que la acción de uno solo, sin importar las impredecibles consecuencias o sus incomprensibles causas, tendrá un impacto automático, inmediato y real en todos los demás. Si las personas no somos más que partículas en el universo, también estamos inevitablemente entrelazadas de forma cuántica, y cada acto multiplicará sus consecuencias ad infinitum. Por ende, en la coyuntura actual guatemalteca, en un arrebatado clima pre-electoral, no podemos predecir con seguridad cuáles serán los resultados políticos de esta carrera presidencial y, sin embargo, tenemos que ser conscientes de que cada decisión que tomemos como ciudadanos está indudablemente vinculada al destino de todos los guatemaltecos. Decidir ser indiferente, decidir afiliarse a un partido político, decidir la militancia, decidir el abstencionismo…, esta infinidad de acciones individuales -conscientes o no- y aleatorias, terminarán en un mismo resultado para todos. Y lo que es aún más, las decisiones que posteriormente tome el nuevo gobernante, por generaciones serán parte de nuestra realidad. ¿Cómo queremos que esa realidad se vea?

Si bien la teoría del entrelazamiento cuántico explica que el universo y su realidad están marcadas por el azar, hay gran esperanza en la certeza de la incertidumbre. Es la garantía de que los seres humanos no somos robots programados, y de que las cartas no están aún echadas. Es una gran apuesta al libre albedrío y a la posibilidad de escribir nuestra propia historia, es la libertad de ponerle intención a todas las acciones, es la capacidad de ejercer una ciudadanía consciente, activa y responsable. Porque siguiendo la lógica cuántica, también la realidad de Guatemala, incide en la realidad del mundo. Y he ahí la importancia, según la ciencia, del devenir social y político de este pequeño país centroamericano.

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