Milovan Chicas
Estudiante Sancarlista
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La mayor parte de los más de 16 millones de guatemaltecos desconoce el abismo al que Guatemala se está dirigiendo y, lo más triste aún, no le interesa nada la política. ¿Será esto obra de un país al cual le gusta mantener a su población entretenida con pan y circo para que no sepa el papel fundamental que cumple en una democracia? o ¿será que el pueblo sabe lo primordial que es su voto para escoger a un líder dentro del país, pero considera que de nada sirve porque siempre seguimos igual? Ante la segunda pregunta: ¿cómo podemos reprimir ese pensamiento, si cada vez que vienen las elecciones tenemos que escoger lo menos peor?
Desde hace años, el país está al mando de políticos incapaces e incompetentes, líderes, si es que podemos llamarlos así. Estamos siendo manejados por una red de corrupción que solo vela por sus propios intereses, cuyas raíces están bien arraigadas en las tierras de nuestra Guatemala que, por más que se escarbe, parece que no llega a su fin. Creo que todos conocemos los últimos robos, estragos y asesinatos que nuestros líderes cometieron a los guatemaltecos. No hace falta mencionar sus promesas de soluciones y obras para mejorar lagos, paisajes y catástrofes ocurridas dentro de los últimos años. Tampoco los robos de insumos médicos a hospitales públicos, y un largo etcétera; todo bajo campañas electorales que buscan erradicar pobreza, ayudar al huérfano y desamparado, mejorar la educación y la salud, mejorar infraestructuras eliminando baches en las carreteras. Pero… ¿qué hay del bache producto de la corrupción?
Usted, querido lector, es una pequeña parte de la población que aún tiene esperanzas en el futuro del país; el país en el que creció y que le gustaría dejar a sus futuras generaciones… Dígame, ¿obligaría a su hijo a quedarse en este país, sabiendo la miseria que le espera a Guatemala, mientras su hijo tiene la posibilidad de autorrealizarse en el exterior? No, a nadie le gustaría negar una vida próspera a alguien a quien quiere. Usted me dirá: “¿este artículo es para amar a mi país o para odiarlo?” La respuesta es sencilla: odie la calidad de líderes que el pueblo permite que llegue al poder. Es triste ver cómo la corrupción está tan metida en nuestro entorno, siendo el sector de la salud y el de la educación los más afectados. Pero, pongámonos a pensar, un pueblo enfermo y tonto se conforma con pan y algo de entretenimiento ¿no es así? ¿Acaso no ve que esta es nuestra realidad actual? No nos vayamos tan lejos. Veamos la gloriosa y tricentenaria universidad de San Carlos de Guatemala, universidad que ha aportado y apoyado tanto al desarrollo del país. Bueno, me corrijo, que aportó y apoyó mucho, ahora no tanto ¿Qué podemos esperar de un país cuando su educación pública está controlada por entes políticos corruptos que velan por sus propios intereses? Y si usted, querido lector, es sancarlista o conoce lo maravillosa que fue la USAC en sus épocas doradas, ¿qué podemos esperar de representantes estudiantiles que, en vez de velar por los derechos y el bienestar de los demás estudiantes, no se pronuncian ante las corrupciones que se dan dentro de su casa de estudios? ¿Qué beneficios se les da para que no se pronuncien y velen por una universidad limpia? Ante esta situación, podemos pensar, ¿son de la misma red de corrupción que sus líderes superiores o acaso hay temor a represalias? Ojo, también somos conscientes de que en este país no se puede hacer nada bien por miedo a represalias, las cuales existen ya que el sistema policial es otro ente en el que anida mucha corrupción. Es el juego de “policías y ladrones” monitoreando la conveniencia por las mismas entidades políticas del país.
Usted, querido lector, probablemente se preguntará ¿para qué tantas preguntas? ¿cuál es el fin de mencionar todo esto? Esto no es una sesión psicológica en retrospectiva ¿o sí?, ¿se puede cambiar algo con el simple hecho de expresar nuestro pesar al analizar la situación en declive del país? Como toda respuesta a cualquier interrogante en esta vida: sí y no. No, no podemos cambiar algo de la noche a la mañana, algo tangible, un cambio de 180 grados. Sí, sí se puede cambiar el pensamiento de un pueblo dormido, un pueblo que esté dispuesto a cambiar el curso en picada en que se dirige al país. ¿Pero cómo? Querido lector: usted y su voz.
Somos un país democrático y, como toda democracia, el pueblo se encarga de elegir a sus líderes a través del voto. Y perdóneme que se lo diga, pero tanto usted querido lector guatemalteco/a como yo tenemos la culpa de que el país de la eterna primavera se esté marchitando. Porque como bien dice el famoso editor inglés, George Jean Nathan: “Los malos gobernantes son elegidos por los buenos ciudadanos que no votan”. Así que usted, querido lector, empiece a involucrarse un poco más en la política, conozca su papel fundamental en la prosperidad de un gobierno, y fomente la educación en su entorno, porque un pueblo ignorante es instrumento de los tiranos.
Por último, me encantaría terminar con esta frase del famoso empresario Alfredo Pérez Fernández: “Cuanto menos se tiene más importante es tu voto. Los votos construyen hospitales. Con la indiferencia no se construye nada”. Y no solo hospitales, un futuro digno para las futuras generaciones del país. Por más mínimo que crea que una persona puede desempeñar un cargo, sepa escoger, no importa si es su amigo o buena persona, véalo y analícelo: ¿Será una excelente persona para desempeñar el cargo al que se está postulando? Ejerza su derecho en la libertad de esta democracia, que sus acciones sean el futuro de un cambio significativo dentro del país.