Jóvenes por la Transparencia

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Luis Javier Medina Chapas*
Correo: medinachapas33@gmail.com
Correo: fcccmarcodeaccion@gmail.com

Seguramente en más de alguna ocasión has escuchado la palabra sinergia y lo necesario que es el aplicarla en equipos de trabajo y actividades de grupo. La sinergia, según el diccionario de la Real Academia Española, se define como: “la acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales”. En pocas palabras, es la recopilación de todos los esfuerzos individuales en la consecución de un objetivo común y que involucra a todos.

Ahora bien, ¿por qué tanto ruido con esta palabra? Se debe entender que la sinergia, aplicada en el área profesional y personal, genera resultados positivos. Ya sea si estamos emprendiendo un proyecto de índole social, nos encontramos desarrollando una tarea en grupo o incluso a nivel familiar, se tiene una meta o un objetivo común. La sinergia es ese puente en el que los intereses individuales se concatenan a tal punto en que se construye una visión compartida, la cual hay que materializar, a fin de que exista un beneficio mutuo a largo plazo y que no se alcanzaría si cada persona actuase individualmente.

Pero, ¿y si esto lo implementáramos en la política? Imaginémonos una Guatemala donde distintos actores sociales, dígase políticos, líderes indígenas, empresarios, jóvenes y demás, trabajen en la construcción de una ruta común y que nos beneficiara a todos. Donde la sinergia sea el motor de la renovación social y se deje a un lado la polarización, el racismo y la discordia, y se abra pasó a una nueva etapa en donde el consenso, la cooperación y el trabajo en equipo predominen. Donde las diferencias ideológicas y culturales no sean sinónimo de disputa, al contrario, sean ese complemento necesario para la Guatemala plural que tanto anhelamos.

¡Para conseguir todo esto hace falta mucho! Responderán algunos al leer el anterior párrafo. Habrá otros que lo creerán imposible, quizás por la realidad tan desalentadora en la que vivimos o porque la misma polarización y ruptura social le es de su beneficio personal. Sin embargo, es menester que la juventud no pierda la fe en la construcción de un nuevo país y una sociedad en donde no solo no seamos ajenos ante lo que sucede a nuestro alrededor, sino también accionemos y articulemos esfuerzos para cambiar lo que ya se encuentra establecido.

A todo esto, quizás la mejor respuesta para los apáticos y que consideran que esta no es la solución, es que vean el resultado de lo que la cooperación puede lograr. El ejemplo más reciente fue lo que sucedió en 2015, con las masivas manifestaciones y la articulación de diversos sectores sociales para que en aquel entonces el presidente Otto Pérez Molina dejara el cargo. Sectores religiosos, jóvenes de diversas universidades, organizaciones de la sociedad civil, cámaras empresariales; todos con un mismo sentir y coordinando esfuerzos para salir de la inestabilidad política a la cual el país estaba sumergido. Si pudimos unirnos en ese momento coyuntural tan importante, ¿por qué no podemos hacerlo para problemáticas más complejas como la pobreza, la inseguridad o la corrupción?

Es momento de ejercer esa sinergia en el ámbito político, a fin de que sea la chispa que genere los cambios que necesitamos como nación. Debemos entender que solos y separados nunca lograremos resolver las problemáticas sociales que nos aquejan, pero juntos, estoy plenamente convencido que lo lograremos.

*Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Miembro de la Red Mundial de Jóvenes Políticos Guatemala y también de Estudiantes por la Libertad Guatemala. Actualmente es columnista en la revista digital Brújula y es cofundador del proyecto “Política Constructiva GT”.

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