Cindy Gabriela Herrera Bringuez*
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Para nadie es un secreto que durante los años 80, en medio de una dictadura militar y un conflicto armado interno, la ideología cristiana evangélica tuvo un gran crecimiento y llevó a la caída de creyentes católicos. Actualmente este fenómeno lejos de disminuirse va en aumento e incluso ha llegado a mezclarse y profundizarse en la agenda política de Guatemala.
Una muestra de que la religión ha tomado un papel trascendental en la política guatemalteca es la iniciativa de ley 5915 mejor conocida como “Ley de libertad de religión, creencia, de culto y de conciencia,” que en sus primeros artículos propone que cada persona es libre de escoger la religión que quiera y tiene el derecho de ejercer dicha creencia sin ningún tipo de discriminación, ni opresión y no puede ser obligado a cambiarla, pero ¿realmente es su único objetivo? La respuesta es no.
En el artículo 15 de la iniciativa 5915 se establece que las entidades religiosas no podrán investigar, fiscalizar o averiguar la procedencia de las donaciones que reciben; de este modo se daría un arma para que las entidades religiosas faciliten el lavado de dinero. De igual manera, cualquier ministro de culto quedaría sin delito por lo anterior mencionado, algo especialmente preocupante considerando que los ministros de culto de entidades religiosas se vean envueltos en ese tipo de casos no es nuevo, existen varios casos de esta índole en el país.
La iniciativa de ley antes mencionada pone en grave peligro la democracia del Estado, pues esta refleja que las políticas están orientadas y marcadas por valores particulares y no por la prevalencia de los derechos fundamentales, de este modo resalta la importante necesidad de separar la iglesia del Estado.
¿Por qué los jóvenes ya no podemos ser indiferentes? A menudo los jóvenes se nos exige la responsabilidad de involucrarnos en temas relevantes a la política, democracia, participación ciudadana, etc. Pero a la vez se nos aleja y se nos niega la oportunidad de entrar a los espacios donde se toman las decisiones. Ante las actuales coyunturas que atraviesa el país, no hay mejor oportunidad que esta para alzar nuestra voz y demostrar que como jóvenes podemos estar en esos espacios que tanto se nos niegan. Nos encontramos frente a una necesidad de incrementar la participación y el compromiso, impulsar la responsabilidad y promover la participación en la construcción de una sociedad cada vez más inclusiva. La participación de los jóvenes debe demostrar que la política es la herramienta por la cual se busca el bien común.
Impulsar la participación de los jóvenes en el espacio político y social, responde a la necesidad de fortalecer las prácticas democráticas en la ciudadanía. La participación de más jóvenes en el espacio político es importante para la organización crítica y se vuelve protagonista en la vida social; si como jóvenes somos indiferentes a la política perderemos un espacio en la sociedad. Dejemos la apatía y la indiferencia a un lado, es momento de trabajar por el bien común de la sociedad y cambiar la historia de nuestra generación. Que la corrupción no sea la historia de nuestra generación.
*Futura Internacionalista, observadora, inquieta por enfrentar nuevas experiencias, siempre dispuesta a brindar ideas y soluciones.