Al “buleador” / hostigador se le ve a los ojos porque en la medida en que uno le permite seguir con las suyas como si nada, se empoderan y sienten que pueden hacer lo que quieran para el resto de la vida.
Los actores que no quieren democracia, entre los que se encuentran el Ministerio Público (MP) cuya fiscal se dice como una mandada de Dios para salvar a Guatemala, el secretario Ángel Pineda, Alejandro Giammattei y el nuevo sancionado Miguel Martínez, así como cientos de diputados de este país y algunos particulares que se regocijan de vivir con este sistema que les permite hacer micos y pericos, se han topado con una ciudadanía que quiere preservar la esencia democrática como nación.
El hecho que muchos hayan cerrado filas en favor de la democracia es algo que nunca esperaron. Grupos empresariales, indígenas, religiosos, académicos y todos los actores de más peso cerraron la puerta desde aquellos días en los que una ponencia de Roberto Molina Barreto quería cerrar la puerta para que hubiera elecciones el 20 de agosto. Se suspendía la convocatoria a segunda vuelta, pero al verse descubiertos cambiaron la redacción.
Desde entonces no ha cesado el hostigamiento a los actores democráticos y al día de hoy, están jugando una guerra en contra de los miembros de las Juntas Electorales, esos miles de ciudadanos que sin cobrar un centavo, custodiaron el voto en cada una de las mesas del país.
El efecto, además del miedo que quieren sembrar, es que nadie en el futuro se anime a estar en mesas y esos espacios sean copados por mafias que entenderán que si la gente de mesa no es decente (como ha sido en todas las elecciones), la manipulación es posible.
Para un fraude, se deben manipular las actas, no el TREP y por eso es que no salen con el caso del fraude porque no les pegan las narrativas. Los encargados de mesas hicieron su trabajo honrado (algunos muy pocos con errores que no alteran resultado) y el TREP sirvió para dar visibilidad a lo que pasó en cada mesa y fue certificado por los encargados.
Pero en el caos, el miedo, la zozobra y la intranquilidad de unos, terminan ganando las mafias y por eso es que no debemos dejarnos de esa gente que quieren seguir con una Guatemala en la que importe más a quién se soborna que hacer las cosas bien.
Quieren callar a la prensa porque les preocupa mucho que el trabajo digno de los medios ha puesto en evidencia muchas de sus oscuras jugadas. Les molesta que fuentes de alto nivel hablen con los medios y les preocupa que la gente honrada vea en los medios el camino para que se conozca lo que no está bien.
Ya vamos como en el kilómetro 10 de la ruta a Nicaragua y si no entendemos eso y no somos capaces de cohesionarnos, de alcanzar acuerdos, hoy irán por unos y mañana por otros y cuando se quiera reaccionar será muy tarde como fue en el país centroamericano.
Hay que ver a los ojos a las injusticias y plantarles cara porque el momento crítico para lograr una mejor Guatemala, es ahora.