Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
El diccionario de la Real Academia Española en su acepción número 5, define la palabra padrino como aquella “persona que ampara y protege a otro, y que a veces emplea su poder para facilitar la consecución de algo”.
Durante la campaña muchos jóvenes acuñaron la expresión del “Tío Bernie” y terminó siendo una forma de conectar con la juventud que fue clave en los votos de la primera vuelta y por eso yo creo que ahora el presidente electo, Bernardo Arévalo debe elevar su grado a Padrino para usar su poder y facilitar que como guatemaltecos nos pongamos de acuerdo en los asuntos más importantes para el país. Guatemala necesita de un líder que abra los espacios del diálogo constructivo y efectivo.
Ayer en la entrevista con Fernando del Rincón, Arévalo explicó que antes de dedicarse a la política se especializó en ayudar a algunas sociedades a reconstruir su tejido social porque solo aquellos que aprenden de su historia se pueden librar de repetir ciclos que pueden terminar siendo como círculos viciosos de los que nunca se sale.
Y es que como país estamos entrando en unos de esos momentos clave y él como futuro Presidente de Guatemala empezará a experimentar lo que es el poder. Le tocará ser el mediador entre las diferentes corrientes de su partido y por lo expresado ayer en CNN en Español no parece haber mucha cabida para las expresiones que privilegian la confrontación por encima de la unión.
Además, al todavía diputado Arévalo y futuro mandatario, se le acercará mucha gente y no todos con sanas intenciones. Discernir entre las juntas que le suman y las que le restan, así como le tocará blindarse de las roscas que siempre quieren imponer algunos de los más cercanos.
Si Arévalo sigue ejerciendo lo que ha hecho durante 25 años, los guatemaltecos tendremos la oportunidad de dialogar para alcanzar grandes acuerdos, importantes pactos alrededor de los grandes temas. Él mencionó pactos nacionales en educación, salud, medio ambiente y desarrollo.
Tiene muy claro que nos han querido tener divididos para evitar los acuerdos y es que nunca tendremos una educación que empodere o una salud que permita el pleno desarrollo humano, mientras no tengamos un Estado de Derecho o un sistema de adjudicaciones y compras del Estado sin los vicios que permiten la enorme corrupción.
Y enfrentar esas mafias alrededor de la justicia, de las obras del Estado, de las millonarias compras, de las medicinas, de los puertos y las aduanas requiere de todos aquellos sectores cuyos miembros están comprometidos con el futuro del país.
Hacerlo es en el mejor interés de todos. Debemos tener el carácter de lidiar con los radicales de cualquier lado y con aquellos a los que los mueve más el resentimiento que la razón para dar cabida a aquellos que tienen verdaderas ganas de transformar Guatemala con el afán que quepamos todos y nadie se quede atrás.
No puede un Presidente, sea quien sea, lograr una ruta sostenible borrando a la mitad de la población o ignorando a quienes piensan distinto, solo porque piensan distinto.
Es momento que todos, sin excepción, tengamos la madurez para pensar en el país y en lo que necesitamos hacer para crecer integralmente sin importar nuestro origen, nuestra realidad y nuestros anhelos.
Preguntando con quienes no haría alianzas dijo: “corruptos, autoritarios y violentos”, así que no solo algunos deben poner las barbas en remojo si no que además es indispensable que los guatemaltecos más comprometidos atiendan el llamado de un Presidente al que, ser el padrino del diálogo para alcanzar acuerdos, puede ser su eterno legado.