Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
Este fin de semana vamos de nuevo a las urnas después de casi dos meses de mucha turbulencia post primera vuelta.
Hubo días que se sintieron eternos porque la democracia de Guatemala estuvo en graves riesgos. Si no hubiera sido porque los guatemaltecos cerraron filas en favor de lo expresado en las urnas y no toleraron los desmanes oficiales, de los operadores del sistema en contra de la voluntad de la gente que expresó con sus votos, hoy no estaríamos a tan solo horas de abrir las mesas electorales para la segunda vuelta.
Esperamos todos que el domingo transcurra con normalidad y que todos los guatemaltecos que deseen puedan ir a los centros de votación en paz, sin miedo y con la certeza que su voz y voto no será desechado en los días venideros por las personas e instituciones que no desean ver limitado el sistema de corrupción e impunidad, que ha sido la gallina de los huevos de oro.
Sandra Torres se decidió aliar a ese sistema y Bernardo Arévalo ha hecho campaña en contra de ese sistema.
Si gana doña Sandra, el sistema, los negocios, las componendas, la corrupción y la impunidad están asegurados y si gana Arévalo, su labor principal será liberarse de las roscas que le imponen a los Presidentes para lograr convocar a los diferentes grupos de la sociedad con los que es imperativo alcanzar acuerdos.
Si gana Semilla llegan sin mayoría en el Congreso, con un Ministerio Público (MP) que los tiene entre ceja y ceja, con unas cortes que siguen respondiendo a Alejandro Sinibaldi, Manuel Baldizón, Alejandro Giammattei y Miguel Martínez y el camino que les queda son los acuerdos.
Sin duda habrá gente que pensará que de ganar el domingo, no necesitan alcanzar acuerdos pero hay una famosa frase de Adolfo Suárez, primer Presidente de la transición española, que establece: “Se gana con las mayorías, pero se gobierna con las minorías” y es tan cierta porque son esas pequeños pero poderosos grupos de la sociedad que logran incidir con más fuerza en los destinos de un país.
Nos toca salvar la democracia y hablar el lunes de cómo podremos reencauzar el país si se abre la puerta para un cambio en un sistema que está carcomido por las mafias, tomado por la corrupción y controlado por la impunidad.
Habrá que manejar a aquellos que se pueden llegar a emborrachar de poder y trabajar con las voces más sensatas que entiendan el mandato de la gente, las circunstancias, lo que provocó el rechazo, las puertas que se abren y las avenidas que existen para alcanzar acuerdos sobre temas en los que hay abundante consenso de distintos sectores y que de materializarse, le pegan en la nuca a la podredumbre del sistema.
Salvar la democracia y pasar ese escollo, nos demandará extrema madurez de todos, de los políticos, de los empresarios, de los actores sociales, de la prensa y de todos aquellos que tienen capacidad de incidir con el afán de lograr que esta vez sí, se logren acuerdos que nos permitan trabajar en lo que nos une y no lo que nos divide.
Debemos ser capaces de aislar a los radicales que solo querrán mantenernos divididos, a los que querrán pensar solo en sus intereses sin encontrar un balance en el que ganemos todos, la gente y el país.
No habrá lunes de iniciar la ruta de los acuerdos si como ciudadanos no hacemos lo propio para ejercer nuestros derechos en democracia y por eso es clave salir el domingo a votar con la determinación que pase lo que pase, ejerceremos mejor ciudadanía en las semanas, meses y años por venir.
Ojalá no se imponga la corrupción, no se imponga la compra de votos con el dinero de los impuestos, esperemos que no prevalezcan los pactos oscuros de aquellos que desean alcanzar el poder para asegurar los negocios mal habidos que hacen super millonarios en un abrir y cerrar de ojos, gracias a turbios arreglos con el dinero de la gente.
Ojalá se imponga la sensatez y el deseo que dialoguemos con el afán de trabajar por una Guatemala con Estado de Derecho, con un sistema de compras sano, con un sistema electoral mejor, con un servicio civil alejado de los grandes vicios de corrupción y con un sistema en el que los sicarios dejan de ser los jueces de facto que imparten justicia por propia mano.
Aseguremos que Guatemala siga siendo una democracia y el lunes empecemos a hablar de la Guatemala que queremos, cómo la logramos y con quiénes la construimos.