Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
Desde el 25 de junio la gente se tuvo que centrar en que no se violentara la voluntad electoral. Muchos actores del sistema hicieron hasta lo imposible por revertir lo expresado en las urnas y hasta la fecha no han tenido éxito pero seguirán intentando porque es mucho lo que está en juego.
Defender la democracia ha quitado espacio de tiempo y aire a los temas fundamentales y es necesario que sigamos trabajando porque no se consume un Golpe de Estado pero también es vital que hablemos de lo que se expresó en las urnas.
La gente habló fuerte y claro. Entre los que no fueron a votar, los que anularon su voto y los que lo dejaron en blanco el mensaje es fuerte y claro: la gente está cansada, harta de tanto descaro en el uso de los recursos y que tales acciones no tengan consecuencia. La gente quiere oportunidades, la gente quiere trabajo, emprender y contar con un sistema que facilite y no que complique.
Dentro de las opciones, el hecho que una que se mostró como antisistema haya alcanzado la segunda vuelta refuerza la teoría de la gente que quiere algo distinto. Ver la conformación del Congreso también nos hace entender que si bien, la gente mandó mensajes, aún sigue habiendo un grupo dispuesto a sostener a los mafiosos y al sistema mismo hasta que se pueda.
Defender la democracia no era un tema a favor de Semilla, era un tema en favor de la Institucionalidad y de un evento electoral en el que, en medio de sus retos y cosas por mejorar en los procesos, la gente creía en las elecciones y tenerlas cada cuatro años nos permite la alternabilidad de nombres aún y cuando las formas en las que se hacen del dinero de los impuestos, sean las mismas.
Quienes pusieron todos los huevos en el sistema ven en los resultados un golpe muy duro porque la presencia de Semilla les complica el escenario. Si entendemos la realidad, si gana Sandra Torres ella tendrá desde el minuto 1 al Congreso a su disposición, las cortes bajo su manga, el Ministerio Público (MP) a su alcance y toda la institucionalidad del Estado a su servicio, tal y como la han tenido Alejandro Giammattei y Miguel Martínez.
Por el otro lado, si gana Semilla no tendrá ni Congreso, no cortes a su favor y tendrá en su contra a un MP que se ha mostrado como el mejor agente de preservación del sistema y por tanto, Bernardo Arévalo tendrá que apostar a los acuerdos entre distintos sectores para gobernar. Ganar la elección es una cosa, pero gobernar y no digamos transformar un país enfrentando sus vicios es otra.
La investigación del tema de las firmas debe seguir porque es necesario llegar al fondo del asunto, pero no se tiene que usar esa investigación para ir en contra de la voluntad popular en las urnas y menos afectar la personería jurídica de Semilla desde el ámbito judicial porque eso le compete al Tribunal Supremo Electoral (TSE). El caso de Semilla nada tiene que ver con el de Prosperidad Ciudadana y Luis Fernando Bermejo lo explica muy bien.
Si los actores de Semilla siguen bajo el entendido que este no es el momento de confrontación si no de unión, que es necesario hablar las cosas para generar confianzas, que acuerdos con todos los sectores pero en especial con el sector privado en favor de la Institucionalidad son necesarios, que el Estado de Derecho y el crecimiento económico integral son fundamentales y que es vital hablar de los puntos torales que generan tantos vicios para sumar aliados en temas tan importantes, estamos a la puerta de acuerdos que pueden hacer pensar que una Guatemala mejor es posible. Arévalo ha mostrado capacidad de aglutinar y dialogar y sin duda eso asusta a Torres quien dice que Carlos Pineda tiene razón cuando pide repetir las elecciones.
Esto no es de Semilla, es de la oportunidad de poder canalizar lo expresado en las urnas para aspirar a una Guatemala mejor, más integral, más justa, con más oportunidades y con menos corrupción, menos impunidad y menos vicios estructurales.
Se nos demanda a todos madurez para hablar, para escuchar, para fijar posturas que aún y cuando puedan ser distintas, no generen pleitos y divisiones que nos imposibiliten avanzar por el bien de Guatemala.
Los radicales de cualquier espectro deben quedar aislados para dar chance a que la sensatez de la mayoría juegue un rol que no solo salve la democracia sino que ponga las piedras necesarias para construir la Guatemala por la que trabajamos todos los días.