Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
La gente acudió a las urnas y mandó varios mensajes. Ahora, por el bien de Guatemala, nos toca tratar de entenderlos para lograr los cambios que el país necesita para que todos podamos transitar por una mejor ruta, una más sostenible y en el marco de la legalidad.
La apatía al sistema se muestra de varias maneras. La gente que no acudió a votar y todos aquellos que anularon su voto por la razón que sea. 40% de abstencionismo y casi un millón de votos nulos (956,413 a las 8:12 del 27 de junio, para un 17.38%).
Queda claro que la gente no está conforme con las ofertas y con el sistema y las reformas electorales deberían ser uno de los puntos de encuentro entre los diferentes sectores, pues debemos entender que más del 50% del electorado no está conforme. En otras palabras, este debería ser el momento del elector que está harto, cansado y que quiere estar mejor.
Luego, vemos la elección presidencial que tuvo una mayúscula sorpresa. Sandra Torres no llegó a su millón de votos que había sido su línea dura y Bernardo Arévalo se coló a la segunda vuelta. Entre otros factores, el suicidio político que hizo Manuel Villacorta pidiendo el voto por Sebastián Arzú quedará en la historia como una de las peores movidas electorales.
Mucha gente estaba indecisa entre Villacorta y Arévalo y ese último mensaje hizo que se inclinara la balanza en favor de Semilla.
Y si a todo lo que está pasando, volteamos a ver el Congreso nos queda también claro que hay mensajes cruzados. VAMOS será la primera fuerza del Congreso, UNE la segunda y Semilla la tercera, pero ninguno con mayoría.
Cabal tendrá 18 y Viva 11, pero el mensaje que la gente está harta de la clase política tradicional no es un absoluto al ver estos números y las 131 alcaldías que ganó el partido oficial.
Sin tener mayoría en el Congreso, la habilidad que se tiene que tener para presentar una agenda que tenga el apoyo de varios sectores es clave. Ya vimos en Colombia lo que le ha costado a Gustavo Petro avanzar sus reformas porque los mandatos que se dan en la presidencia, no siempre van acompañados en el Congreso y eso dificulta la gobernabilidad y por eso insisto que ahora es el momento clave para el ciudadano que quiere mejorar.
Claro está que no se trata de alcanzar acuerdos con las mismas formas oscuras de siempre, chantajes, pagos por votos, obras a cambios de apoyo, plazas en el Ejecutivo y otras dependencias para lograr acuerdos, pero debemos tener claro que el sistema se va a recomponer y gane quien gane no la tendrá fácil.
En los próximos días, de aquí al 20 de agosto viviremos épocas de polarización, de desinformación y muchos le apostarán a exacerbar el miedo. Sandra tratará de mostrarse confiable para aquellos a los que Semilla les genera mucha preocupación y Arévalo y cía les tocará mostrar apertura para alcanzar acuerdos sostenibles porque el sistema seguirá controlado por aquellos a los que supuestamente se les dijo NO en las urnas.
El fortalecimiento del Estado de Derecho puede y a mi juicio debe ser un punto de encuentro entre los políticos, sector social, empresarios, indígenas, académicos y religiosos, puesto que necesitamos ponernos de acuerdo en algo y poder usar ese aspecto como punto de partida.
Una cosa es ganar una elección y la otra gobernar para transformar un país y para eso gane quien gane, si esa es la voluntad, no tiene ahora los elementos porque la institucionalidad seguirá al servicio de los que van para afuera, entendiendo que el 14 a las 14 el Ministerio Público (MP), las Cortes (OJ, Salas y la CC) seguirán en las manos de los que recibieron un rechazo en las urnas.
Este es un buen momento para que TODOS no miremos para adentro, porque las opciones de izquierda en los países surgen por las incapacidades de la derecha de atender las causas estructurales y no podemos vivir de péndulos si lo que deseamos es una Guatemala en la que el honrado, sin importar quien sea, se la vea a palitos.