Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Los dramas de los migrantes en tránsito se han convertido como las tragedias en Estados Unidos relacionadas a los tiroteos en lugares públicos.

Nos conmovemos, vemos las caras de las víctimas, quizá se conocen sus historias y luego de eso, empieza el tiempo regresivo para saber cuándo será la próxima tragedia, acompañada de la duda de dónde.

Esta semana amanecimos con la tragedia de lo sucedido en México. Faltan respuestas, hay más dudas que certezas y al día de hoy nos falta saber más de esas personas que estaban ahí. Eran padres, madres, hijos, hermanos, etc.

Hay quienes dicen que en Guatemala, interesan las remesas pero no los migrantes y por eso es que resulta clave que tengamos mucha mayor noción de lo que implica migrar, de la ruta, de los riesgos, de lo que se vive, de lo que se sufre y lo que se siente cuando por fin se estiman estar “seguros.

La migración no se ha detenido, ni se detendrá porque las causas estructurales siguen ahí, fuertes, muy vivas y mientras la economía de Estados Unidos siga siendo fuente de trabajo para millones, los coyotes tendrán sus rutas llenas porque el anhelo de buscar más y mejores oportunidades no se detendrá.

Quienes llegan hacen que las remesas hablen por ellos y eso no es bueno porque hay más atención a la cantidad de dólares que a las historias detrás de ese dinero. Los migrantes viajan con todo lo bueno y lo malo de su país de origen y por eso es que les cuesta tanto articular para trabajar de la mano. Son una fuerza muy grande en el país que quizá no se sienten por esa falta de cohesión en el actuar de la mayoría.

El negocio del coyotaje es como el narcotráfico. Pueden quitar algunas cabezas de las redes, como han capturado capos en diferentes partes del mundo, pero mientras haya necesidad, el coyotaje encontrará sus formas así como las rutas del narcotráfico se mantienen sólidas porque hay demanda de consumo.

En Guatemala necesitamos entender en su justa dimensión lo que significa que tantas personas migren. Se oye fácil, se dice sencillo y al ver los montos de las remesas quizá se siente hasta cómodo, pero hay un drama detrás de todo ello que no podemos seguir ignorando.

Familias separadas que ahora ven oportunidades económicas que no tenían antes, pero que no tienen a su padre o madre en casa para esa relación y unión familiar que tanto nos marca a los seres humanos.

Y en el plano local, ya son más las industrias que narran lo difícil que está siendo llenar plazas de trabajo por los vacíos que provoca la migración y ese es otro factor que nos debe motivar a encontrar las formas para que la gente pueda ver sus necesidades y aspiraciones satisfechas, aquí en su tierra.

Ojos que no ven, corazón que no siente y creo que eso nos ha pasado en cierta medida porque al no dimensionar lo que se vive, no hay manera en la que sintamos esa urgencia y más cuando entra cada vez más y más dinero de las remesas.

Sin duda no lo resolveremos en cuestión de meses, pero sí es necesario que entre los más influyentes de la sociedad no se siga postergando una discusión que debemos tener con el afán de hacer los ajustes necesarios que nos marquen grandes diferencias y ayuden a minimizar el drama que viven millones.

 

 

 

 

 

 

 

 

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