Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Un amigo me decía en estos días que el peor enemigo de los guatemaltecos es esa forma tan particular en la que ahondamos más en las diferencias que en lo que construimos o en los puntos de encuentro, y es que esa incapacidad de articular termina generando una tremenda indiferencia social que nos resulta nefasta.

Las autoridades en general ya midieron ese aspecto y saben que se pueden volar la barda en paz, sin mayores consecuencias porque la gente no atina a unificar esfuerzos para demandar cuentas de los funcionarios.

Si Javier Gramajo, alcalde de Villa Nueva, hubiera hecho su trabajo para pedir, coordinar y asegurar que se revisaran los colectores hoy no estaríamos hablando de dos mujeres fallecidas, ni de una familia que vive horas negras porque al día de hoy no tienen ni siquiera los cuerpos para pensar en darles una cristiana sepultura.

Gramajo dice, cínicamente, que los colectores fueron revisados, pero no muestra sustento alguno. Ahora deben estar haciendo un “papelito shuco”, como dijo Alejandro Sinibaldi, con el que pretenden dormir al sueño y eludir responsabilidad. Hasta Alejandro Giammattei aceptó que a los colectores no les ponen mucho “coco”.

Sabemos que el Ministerio Público (MP) le da Consuelo y hasta le hace Porras a los funcionarios que son del círculo de Giammattei y Miguel Martínez, pero en el fondo y en la esencia las autoridades correspondientes llevarán en la conciencia las vidas de Olga Emilia Choz Ulín, de 38 años y Helen Mishell Mejía Choz, de 15, madre e hija respectivamente.

Haber revisado la red de colectores, en lugar de hacer show y negocio en el hundimiento inicial en la CA-9 hubiera marcado la diferencia. Show porque hasta llegó, de forma muy extraña, la presidenta del Congreso Shirley Rivera y negoció porque la echada del lodocreto fue un loteriazo en pleno caos.

Hoy una familia llora a dos de sus miembros. Sueños truncados y vidas cambiadas para siempre es el resultado de la dejadez, de la negligencia que privilegia la incompetencia y el negocio por encima de todas las cosas.

El costo humano pudo ser peor, de no haber sido por gente heroica que arriesgó su vida para salvar a otros. Héroes anónimos que no ganan, probablemente, lo que gana el Alcalde de Villa Nueva y que seguramente trabajan más que este jefe edil que ahora se quiere lavar las manos cual vil Poncio Pilatos.

Pero todo esto pasa sin mayor consecuencia porque una sociedad dividida no es capaz de articular para obligar a sus autoridades a rendir cuentas. Han hecho bien su trabajo aquellos que saben que la división es su mejor herramienta para eludir responsabilidad y navegar en un sistema que les permite lo que se les ocurra.

La gente ahora, de nuevo, debe salir aún más temprano para llegar a sus trabajos, llegan más tarde a su casa y la sociedad, en especial los niños, se preguntan cuándo y dónde será el próximo hundimiento. Menudo legado.

Que Dios tenga en su Gloria a Olga y Helen, que les de fuerza y fe a su familia. La justicia divina es lo que queda en un país en el que la justicia misma es parte del botín.

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