Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

A lo largo de la historia del país, incluyendo la “era democrática”, muchos ministros han ocupado su cargo tratando de asegurar su futuro.

Muchos de ellos lo hacen otorgándose lo necesario o consiguiendo que algún otro ministro o ente les facilite lo que demanden para operar un negocio una vez dejen la cartera y otros simplemente se ocupan de instalar toda una estructura que les de ventaja para deshacer los nudos gordianos que dejan en mandos medios y regados a lo largo de los ministerios.

Ese parece ser el caso del Superministerio de Ambiente que el oficialismo impulsa y llama la atención que dos hermanos, Aníbal y Mario Rojas, estén tan interesados en el proyecto, pues dan la sensación que desean hacer de este nuevo ente su gallina de los huevos de oro.

Aníbal, el diputado, firmó el dictamen de la iniciativa y Mario es nada más y nada menos el Ministro de Ambiente. No se le conoce ningún antecedente en materia ambiental y la iniciativa no ha dejado indiferente a muchas personas.

Ellos han logrado lo impensable y es que personas y entidades de diversos sectores (empresariales y sociales) expresen lo mismo y que se resume en un rechazo técnico en contra de la idea del Superministerio.

Grupos organizados del sector empresarial han sido muy cuidadosos en sus posiciones en diversos temas para no enojar al presidente Alejandro Giammattei y a Miguel Martínez, el Jefe de Jefes, pero en esta ocasión es tal la volada de barda que se quieren dar que las voces se han empezado a manifestar para advertir los retrocesos.

Además de retrocesos, se dará una centralización de la misma corrupción que provocará que nada salga si no hay mucha sobra de todos aquellos ciudadanos que necesiten algo, permiso, licencia o autorización del Ministerio de Ambiente.

Si logran concretar la iniciativa pasan de tener más de Q200 millones para “meter mano” a casi Q700 millones, en un país en el que la Contraloría de Cuentas es de quienes operan el sistema y en el que hay asegurado Consuelo y suficientes Porras para todos aquellos que deseen usar el dinero de la gente como que fuera propio.

La centralización, el control de los mandos medios y el aumento del presupuesto generan vías para que el Superministerio se convierta en fuente de una Super Pensión para el resto de los años. Ahora el Ministro y los diputados (incluido su hermano), podrán dejar cimentada la estructura que les asegure una fuente de ingresos permanente.

Pueden generar un sistema que obligue a los ciudadanos a usarlo si quieren que las cosas salgan en el Superministerio y tendrían más de un año para afinar las piezas de la estructura.

Hay razones jurídicas y prácticas que hacen inviable la propuesta para cualquier persona que esté pensando en el país y no en su propio beneficio.

Sí hay instituciones que no funcionan, pero la solución es entrarle de lleno a los componentes del sistema que generan los vicios y no centralizar las operaciones con todo y sus vicios.

La voracidad de esta gente es inmensurable y por eso todavía nos falta ver cosas porque desean asegurarse futuros sin mucho esfuerzo. Para la gente inescrupulosa y que no había pasado nunca de zope a gavilán, llegar a un puesto público en estas condiciones es como encontrar una mina de oro porque se dan cuenta que la pueden explotar en una impunidad que funciona mejor que un reloj suizo.

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