Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
Atrás quedaron esos días de “la Lista del Zopilote” para mofarse de la Lista Engel.
La lista salió la semana pasada y rápido salió el pobre vocero de Alejandro Giammattei a celebrar que nadie del Gobierno estaba en ella. Se le olvidó al señor que el Presidente andaba de arriba abajo con Sofía Hernández de la UCN y que Rafael Curruchiche se volvió en el “gatillero” de los deseos del Consuelo de Miguelito y el ex jefe de presidios.
Luego salió el mandatario a cargar en contra de la lista porque le interesa preparar el terreno en caso él o Miguelito terminen en ella. Por muy “empoderados” que están, por mucho que controlan todo, no pueden dejar de verse en el espejo de Juan Orlando Hernández quien una vez fue el niño “consentido”.
Y no es un miedo infundado. Saben los elotes que se han comido, los negocios que han hecho y que sus planes para terminar de matar la frágil democracia de este país son de conocimiento de quienes ellos quieren de “aliados” aunque “despotriquen” para hacerse los fuertes.
Haber ido a Ucrania demuestra que a Giammattei le interesa quedar bien con los gringos. A las horas de su visita, Estados Unidos se congratuló de la misma, que sirvió para varias cosas más allá de la labor que el ingenio chapín hizo bautizando a Miguelito con un nuevo apellido.
A Estados Unidos le fue útil porque Giammattei se pone en una complicada situación con Putín quien en algún momento pensó que podía penetrar más en el territorio nacional, estar casi en la nuca de los americanos y así es como hay que entender el negocio de las vacunas rusas.
Giammattei despotrica contra medio mundo, amenaza a la otra parte del universo local y se hace el bravo con algunos en la comunidad internacional, entonces ¿por qué nunca dijo ni pío de la gran timada que nos dieron con las vacunas? La única explicación lógica es que hablar del negocio es pegarse un tiro en el pie porque todo apunta que él fue de los pocos beneficiados del FIASCO.
Tras haber consumado ese negocio, las alarmas se encendieron porque significaba que los rusos estaban más cerca y con más posibilidades, al punto que Giammattei acusaba a las empresas americanas de querer “violar la Soberanía” con la venta de vacunas.
Pero no todo lo que brilla es oro reza el dicho y la imagen esa que a él y a Miguelito, el Jefe de Jefes les vale lo que diga o haga Estados Unidos es una “paja shuca” porque no solo les preocupa que pueda pasar con ellos, sino que hacen lo posible por evitarlo y prueba de ello es el viaje a Ucrania.
Giammattei no tiene nada que ofrecer a Ucrania y aquí los rusos siempre tendrán posibilidad de entregar alfombras, por lo que la intención era “hacer puntos”.
Yo considero que Giammattei hace una amenaza “solapada” con el tema de las caravanas: dice que él las detiene lo que se traduce en que puede también incentivarlas, decir que migrar es un derecho y ordenarle a los alcaldes que con todo el pisto que él les facilita para que se roben, atiendan a los migrantes cada 10 kilómetros con toldos, agua y comida.
Eso crearía un caos en la frontera de México que luego pasaría a EE. UU. y eso puede hacer que la derrota demócrata en noviembre sea peor.
Pero pasada esa elección en Estados Unidos, Giammattei y Miguelito quedan en complicada situación y sus manoseos electorales ya despiertan las alarmas a nivel local e internacional.
Los demócratas pueden perder Senado y Cámara Baja, pero les queda la Casa Blanca dos años más y cuando Giammattei deje el poder todavía le quedará un año a Joe Biden en la Casa Blanca. Esa es la gran preocupación que lo tiene yendo a Ucrania, entre otras cosas.