Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Cuando pensamos que ya habíamos visto el mayor descaro para hacerse del dinero, ayer fue una demostración de que no hemos tocado fondo, que a esto todavía le falta y que los mañosos no van a parar porque además del Consuelo y las Porras en exceso que tienen, saben que la ciudadanía siente que haga lo que haga igual le van a robar en la cara y nada pasará.

Guatemala está siendo una Calamidad y de eso no hay duda: basta ver la realidad, las fotos, escuchar los testimonios para saber que estamos en un momento complicado porque el mal uso que le hemos dado al dinero a lo largo de los años se empieza a mostrar ahora.

Obras de mala calidad, poco o nulo mantenimiento a las existentes y cero planes de inversión real son las consecuencias de lo que estamos viendo, pero lejos de resolver esto desde la raíz, estamos presenciando una asquerosa fiesta de corrupción e impunidad.

Ya habían como Q5 mil millones para obras, luego se inventaron los Q3 mil millones que luego tuvieron la brillante idea de decir que era por la guerra en Ucrania y ahora suman otros Q1 mil millones de la Calamidad (quitando Q600 millones a vacunas), lo que convierte esto en el bolsón exprés más grande de la historia de la corrupción.

Y es que hay que recordar qué ha pasado en los últimos años referente a las obras. Cuando iniciaron los procesos de investigación quedaron fuera del sistema los constructores tradicionales que aceptaron responsabilidad pero el sistema no cambió, la sociedad no lo demandó y los emergentes perfeccionaron el modelo de corrupción.

Es un secreto mal guardado el hecho que son muchos de los adjudicados que dan el dinero en efectivo con el que se hacen los pagos en el Congreso. Hay diputados que ya tienen su propia constructora o alquilan empresas o personas para que sean la cara de la contratación, pero es el juego que usan para hacerse de millones de quetzales. Esta es la principal razón por la que ser diputado es sumamente rentable.

Diputados aliados y que han roto su “amistad” con el régimen pero no con el sistema alzan la voz pero de forma tímida y política porque entienden que ahora no están gozando de las mieles de la corrupción en los niveles de antes, pero a la primera que puedan meten el gol de nuevo.

Si alguien sabe cómo se mueve la melcocha, qué empresas son de qué diputado o a quiénes alquilan como prestanombres es el diputado Álvaro Arzú y por eso es que si en realidad quisiera enfrentar ese sistema corrupto, desnudaría el sistema como Dios manda, como la Patria lo desea y con la Libertad que se necesita.

Cuando fue Presidente así alcanzó acuerdos y con obras negoció actos legislativos, pero al parecer, solo es la molestia del momento que generan Alejandro Giammattei, Miguel Martínez y la Cía. con la que hacen chinche el pisto.

Para que los miles de millones se miren en buenas obras, no solo tienen que hacer certeza del castigo; la Contraloría de Cuentas debe dejar de ser otra tapadera de corrupción, el ciudadano debe ejercer su rol de fiscalizador activo y la sociedad en general debe decir ya basta.

Si con la comida de m… que no está tocando con la realidad actual no somos capaces de articular salidas para liberar al país de las garras de la corrupción, será preciso decir que tenemos lo que tenemos porque al final del día, con acciones u omisiones lo terminamos fomentando.

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