Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
No se trata de ser jugador de fútbol de lunes por la mañana, ese que dice tan fácil que era más sencillo que Ronaldo metiera el gol que lo fallara, pero bastaba asesorarse con gente que tiene alguna idea para saber que el hoyo de Villa Nueva se debía resolver de manera integral y que para ello arreglar el colector era clave.
Juraron, en una medida que quedará en la historia como la más “brillante”, que rellenando el hoyo con concreto líquido mágicamente iban a “taponear” el agua y asunto resuelto. Según Prensa Libre la alegre medida pudo haber costado hasta Q1.3 millones de los que nadie responderá porque el pisto está para hacerlo “chinche”.
Así es como debemos entender los guatemaltecos que la operadora del momento de Miguel Martínez, la presidenta del Congreso Shirley Rivera, se haya hecho presente en Villa Nueva diciendo que están listos para apoyar y es que necesitan un Estado de Emergencia, no para resolver el problema de una de las principales carreteras del país, sino para poderse robar más rápido el dinero de la ampliación de los Q3 mil millones que ahora dicen son por la guerra en Ucrania.
El presidente Alejandro Giammattei brilla por su ausencia en estos momentos de crisis porque él no está para gobernar el país, está para salvar su pellejo y para regalarle a Martínez una estructura para que pueda seguir jugando a política mientras hacen abundantes negocios.
El turismo es clave, pero salir el domingo hablando de eso cuando el país tiene las “rutas turísticas” intransitables es no tener dos dedos de frente y parece que en ese Gobierno no sobran mentes sensatas. Al fin y al cabo todos en el Gabinete se le cuadran al Presidente y nadie tiene la valentía de decir algo que contradiga al jefe porque saben cómo explota el mandatario.
Así como han encarado el problema de Villa Nueva se enfrentan todos los grandes problemas de este país. Guste o no, esa es la realidad. No enfrentamos el tema de la red hospitalaria y al sistema primario de Salud con miras de país sino con ansias de negocio.
No pensamos en cómo logramos más niños en las escuelas porque tampoco estamos pensando en cómo fortalecerlos desde la época de gestación, pues el sistema primario de Salud no funciona. No invertimos en educación como se debe ni en tecnología para las aulas porque ahí armar el negocio es un poco más complicado.
No modificamos el sistema de compras y contrataciones porque ahora que los negociantes tienen Consuelo y abundantes Porras, es más factible poder armar eventos y dar de forma exprés a los cientos/miles que son parte de la fiesta de la corrupción.
Es mejor ir tras un juez porque no se pueden celebrar audiencias cumpliendo los plazos, que hacer los ajustes/reformas necesarias para fortalecer un sistema que necesita dar justicia pronta y cumplida a sus ciudadanos.
Pero la verdad es que con hidalguía debemos reconocer que se ríen en nuestra cara, se roban nuestro dinero y se pasean en el futuro gracias al gentil patrocinio de una sociedad que ya aprendió a vivir de esta manera.
Nos han robado tanto que hasta se llevaron la capacidad de articular, de proponer, de incidir con el afán que cambiemos la ruta que llevamos. A muy poca gente le gusta, los honrados la detestan pero poco estamos haciendo para lograr los ajustes que no nos dejen en el despeñadero.
Somos una sociedad dormida y hay quienes andan exacerbando los ánimos diciendo que el primero que se levante, a cualquier costa, lleva la ventaja y si no queremos un reventón, deberemos redoblar esfuerzos para articular y cuadrar salidas.
Luego de las elecciones en noviembre en Estados Unidos y del inicio del proceso electoral aquí, veremos a los políticos actuar, pero la ciudadanía no puede esperar y debemos trabajar desde ya por enderezar el presente si queremos tener un mejor futuro.