Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
Lo que está ocurriendo en la Universidad de San Carlos (Usac) debe encender las alarmas porque ya es el segundo caso de elección de una autoridad que resulta amañada y lo que hemos visto con la elección de Fiscal General del Ministerio Público (MP) y ahora con la universidad estatal, será lo mismo que nos pasará con las elecciones generales.
Así como han manoseado esos procesos, en las elecciones decidirán qué partido puede participar y cuál se queda fuera, luego qué candidatos sí podrán estar en la papeleta y resulta que solo estarán aquellos que juren lealtad a lo que el oficialismo quiera pues es sabido que por medio del Centro de Gobierno están reclutando candidatos para el esfuerzo político de VAMOS que busca ir en alianza con PAN y PODEMOS.
Tal y como están las cosas, no se puede descartar que además de meter la mano en el proceso también lo hagan el día de las votaciones. Burlar la “seguridad” del sistema informático de los resultados no les será nada complicado y con eso abren la puerta a modificar el sistema de cómputo para ajustar el resultado que les convenga.
“¿Quién nos dirá algo si el MP y la CC son nuestros?”, expresan y tienen razón porque el control de esas dos instituciones es lo que los deja en posición de hacer lo que se les venga en gana.
La situación de la Usac se les ha complicado porque ha habido alguna reacción de personas que resisten a que todo lo consumen tan fácil y salvo que haya una comprometida decisión de distintos sectores de la sociedad -incluso de los mismos políticos- para demandar que no metan las manos en las elecciones, el resultado está garantizado para lo que quiera Alejandro Giammattei y su Centro de Gobierno.
El control de la Usac es clave porque, entre muchos otros factores, hay mucho dinero en juego, hay incidencia en muchos aspectos de la vida nacional y porque deben elegir magistrado para la CC y quieren asegurar que Zury Ríos se quede en dos votos y Giammattei y Leyla Lemus con los 8 restantes.
Podemos elegir entre quedarnos viendo todo esto con plena indiferencia o tomar conciencia de lo que pasa y de lo que viene para trabajar más duro en la articulación de consensos y quizá, solo así, logremos detener lo que está en marcha para que el Centro de Gobierno se quede 4, 8 o 12 años más.