Manifestantes que denuncian fraude forcejearon con agentes de la PNC en el Parque de la Industria. Foto La Hora/José Orozco

La mayoría que controla el Consejo Superior Universitario está ejercitando con el mandato del lema de la Universidad de San Carlos de Guatemala porque nos está enseñando a todos cómo es que se opera desde las tinieblas para concretar un burdo fraude electoral que permita mantener el férreo control que se ha ido extendiendo por los pasillos, aulas y oficinas de la Universidad nacional para convertirla en una presa más de los grupos que avanzan sin obstáculo en la destrucción del verdadero Estado de Derecho.

Id y enseñad a todos, la máxima que desde hace más de dos milenios ha inspirado a los cristianos en el mundo, fue adoptada por los sancarlistas como expresión del compromiso que significa ser la máxima casa de estudios. Hace tiempo, sin embargo, que ese lema se quedó nada más en una muletilla porque desde que se perdió el norte de la excelencia académica y se cayó tanto en la politización como en la corrupción, la San Carlos dejó de preocuparse por la enseñanza y entró en los juegos de poder que son característicos de una sociedad a la deriva.

Enseñar cómo se concreta un fraude, descartando de manera descarada y sin fundamento a electores que no se alinean con el propósito de esa mayoría que mantiene el control no es ni debe ser el objetivo de esa casa de estudios. Tener “profesores” que usan los nombramientos para dedicarse a otros menesteres en los que se puede lucrar más no los acredita como educadores sino como farsantes, tal y como se mira luego cuando esos nombramientos espurios se utilizan como justificación para acreditar años de docencia que en la práctica no existen.

La enseñanza universitaria tiene que ir más allá de la repetición de enunciados y lecciones, porque se trata de formar profesionales probos que con ética puedan contribuir al crecimiento de la sociedad y eso está muy lejos de lo que hoy por hoy produce nuestra Universidad de San Carlos. ¿Cómo puede enseñar valores y ética una Universidad que se esmera, con todo descaro, en enseñar cómo es que se hace un fraude apañado por la cooptación del sistema de justicia en el país? La Usac debiera ser la abanderada en la denuncia de los vicios existentes y, en vez de eso, se convierte no sólo en tapadera sino en evidencia de cómo se puede manosear todo para asegurar el imperio de la corrupción.

Los sancarlistas de corazón no pueden tolerar lo que está ocurriendo y es el momento en que, todos a una, devuelvan a la Usac esa vocación de ir y enseñar, de verdad, a todos.

 

Redacción La Hora

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