Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
Seguir con las mismas herramientas de calificación de candidatos para no entrar a conocer la idoneidad y evitar que participaran candidatos incómodos para las maneras de corrupción que tiene el sistema eran los primeros dos objetivos que tenía el presidente Alejandro Giammattei y Cía. y ambos se han cumplido.
La mayoría de candidatos son parte del sistema, actores en la trama de las comisiones paralelas y/ operadores de oscuros personajes que retuercen la ley a su beneficio. El mensaje lo entendieron aquellos abogados que conocen los vicios del sistema pero les quedó claro que Giammattei no iba a elegir entre lo que edifica para el país, sino lo que “fortalece su futuro”.
Y como al final se seguirá votando con el “no tengo elementos para dudar de la honorabilidad de esta persona”, entonces resulta que salvo alguna sorpresa, pasarán los que el oficialismo quiera y entonces la duda será si Consuelo seguirá siendo la guardiana de la puerta de la impunidad o si harán un cambio de guardia porque la mujer de fe ya está “muy quemada”.
Lo que tiene Giammattei es una gran necesidad de que el Ministerio Público (MP) quede en manos que controlen, en manos que no resulten nada incómodas y que, al contrario, sigan con la línea de Porras de desmantelar (como hicieron hace unos meses con la Policía Nacional Civil (PNC)) y de proteger porque el Centro de Gobierno aprendió bien el rol que tuvo Roxana Baldetti, por lo que gente del Gobierno se queja que en todo mete las manos.
La incógnita queda en el efecto que una decisión de esta naturaleza tendrá para el futuro del país. El mensaje que se le manda a las inversionistas (locales y extranjeros) y cómo marcamos la diferencia de lo que pasa en Nicaragua.
Cualquier inversionista serio se recordará de aquellos tiempos en los que los que mandaban pedían ser socios de los proyectos para autorizarlos, dejarlos operar u otorgarlos y me imagino que los que se dan cuenta de eso y les preocupa, están callados porque no “quieren pleitos” con los que operan y los que apoyan al Presidente y Cía.
Que nominados por Estados Unidos estén felices con el proceso de elección de Fiscal General nos lo explica todo y mientras los guatemaltecos y la comunidad internacional no tomemos decisiones firmes en torno al rumbo que queremos, la suerte está echada. Nos consolidaremos como una “tierra de nadie” en la que el más descarado, más inescrupuloso y más mafioso, lleva ventaja.
Al fin y al cabo, mucho refunfuñar pero poco actuar de una sociedad que a estas alturas ya tendría que tener los consensos necesarios para salir del atolladero. Los que quieren impunidad y un sistema manoseado se ponen de acuerdo rápido y operan con efectividad, caso contrario los que dicen querer algo distinto y mejor, pues poca acción se logra toda vez que se entretienen discutiendo las formas y eso los distrae del fondo.
Aquí no es solo de tirar platos, es de asegurarnos que las rutas de salida cambien el sistema. Las investigaciones permitieron ver cómo operaba el mismo pero como no hicimos los ajustes, no solo se regresó a la operación de siempre, sino que el sistema se renovó para asegurar que nada perturbara la operación futura como pasó antes.
Y lo llevaron a un plano en el que había que elegir entre extremos radicales y esos son los que están controlando la narrativa, mientras que los millones que no se identifican con extremos pero que entienden y quieren algo mejor, están en el silencio porque aunque se sabe que el callar es malo, es menos “conflictivo” con los extremos que andan viendo quién saca la cabeza para “volársela”.
De ahí es que mucha gente ha quedado desprotegida porque el que actuó bien contra el sistema ahora paga las consecuencias y lo hace sin el apoyo de una sociedad que aunque se dice harta, no logra articular las soluciones, las propuestas y operar la construcción de un futuro mejor.