Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

post author

Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Hay quienes no tienen la oportunidad de conocer a sus padres porque el destino así lo dispuso, de vivir con ellos grandes momentos de la vida y yo por eso siempre he valorado el doble el tener al mío, no solo como el papá que ha sido sino como ese abuelo que marca a sus nietos y como mi mentor en una de mis pasiones de la vida: la periodística.

El 1 de octubre mi papá escribió “La columna que nunca hubiera querido escribir” y siempre pensé que ojalá el día que yo me expresara en público de mi papá, me gustaría que estuviera para leerla y ese deseo me ha sido concedido pues hoy cumple 72 años de edad y aunque hoy nos separa un mar de por medio por un viaje de fin de año, el fin de semana pudimos gozarlos a él y a mi mamá como pocas veces lo hemos hecho a lo largo de nuestras vidas.

Una de las cosas que siempre he agradecido es que mi papá fue uno presente y junto con mi mamá, siempre hemos podido tenerlos ahí en todos los momentos de la vida y por eso ahora que a mí me toca criar a mis hijos, trato de siempre hacer el tiempo para estar con ellos porque sé de primera mano la seguridad que brinda crecer con papás que están sin importar qué.

Nunca fui a otra facultad que no fuera derecho porque mi sueño siempre fue ser abogado y ejercer el periodismo, tal y como hizo mi padre. Desde pequeño vi esa figura y siempre me dije que me gustaría seguir ese camino y hoy, además de mi familia, mis oficios me permiten vivir un sueño profesional y empresarial del que me siento agradecido todos los días.

Durante mis últimos años de universidad (ya estudiaba, trabajaba y vivía donde mis papás), mi rebeldía y el sentir que uno “se merece todo porque “se esfuerza”, me hicieron tener una época complicada con mi padre que ahora que soy papá entiendo por qué yo estaba mal, pero varias pláticas con Rodrigo Rosenberg me hicieron entender la oportunidad que yo tenía de tener a mi viejo conmigo y desde el 2003 empecé a forjar una relación con mi papá que trascendió como nunca imaginé.

Largas horas de platicar, de abordar todos los temas habidos y por haber me dieron una de las relaciones que más agradezco en mi vida. Salía a parrandear, regresaba tarde, pero me levantaba a las 6 para ir a jugar golf con mi papá y así lo hicimos hasta que un día me dijo “las levantadas temprano para venir ya no son como antes, me cuestan más” y encontramos maneras de seguir compartiendo al punto que ahora le tocará llevar a mi hijo a jugar con él.

Hemos compartido la pasión por el fútbol y los deportes (al único Mundial que he ido fue porque mi papá nos llevó), la afición por la tecnología, pero esos son solo guindas para el pastel más importante: familia, empresa y país.

Me enseñó a sentir pasión por Guatemala, pero sin nunca olvidar que uno se debe a su mujer y a sus hijos y nada más. Aprendí a buscar las maneras de ejercer los oficios con el fin de generar buscando cerrar brechas para que más personas pueden tener oportunidad, pero siempre sabiendo que no hay orgullo más grande para un hijo que lo puedan identificar de una manera que cause orgullo, como cuando me dicen sos “Marroquín, hijo de Oscar y la María, los de La Hora”.

Cuando en el 2007 estábamos con uno de mis hermanos haciéndole varias sugerencias, nos dijo “y por qué no se vienen mejor”, y yo asumí el reto y le comenté a Rodrigo que dejaría medio tiempo el bufete para empezarme a dedicar a La Hora: “era cuestión de tiempo chavo”, me dijo.

Y así empezó mi camino por La Hora. Ha sido fácil en el sentido que desde que me formaron me enseñaron que el dinero es un medio, pero no debe ser el fin y, por tanto, sortear las situaciones en las que alguien quiere poner el dinero como condicionante me ha sido posible.

No siempre coincidimos en todo, pero hemos aprendido a disentir y aun así llevar el barco por dónde queremos porque entendemos que para cumplir la misión de La Hora de informar para empoderar y con eso poder lograr que el honrado no se la vea a palitos, necesitamos la milla extra.

“Te advierto que levantar un periódico existente es más difícil que empezar uno nuevo”, me dijo mi papá una mañana en La Hora y le contesté “sí, pero como a uno nuevo no le podemos dar 88 años de historia, levantaremos este” y gracias a Dios, a la fe de mis papás, de los trabajadores que lo hacen posible, de nuestros lectores, amigos y anunciantes y nuestro socio, sí ha sido posible y aún nos falta mucho por hacer. Mientras se quede tanta gente atrás, nuestra meta no estará satisfecha.

Pero tener la dicha de trabajar juntos con el afán de construir algo mejor, ha sido de mis sueños cumplidos padre y te agradezco no solo por la confianza, por lo que hiciste para que tuviera esa oportunidad, sino por la luz que has sido en mi camino, en el de la familia y ojalá Dios nos de larga vida.

Los años no pasan por gusto y tu sabiduría es aún mejor que antes.

Vos y mamá, nos han llenado el alma.

Gracias por enseñarnos con el ejemplo, gracias por siempre tener la humildad de enseñarnos desde los aciertos, pero también desde los errores, gracias por los principios que con tanto ahínco nos han forjado con mamá, pero sobretodo, gracias por enseñarnos a soñar, a saber que las cosas con trabajo y esfuerzo honrado son posibles.

Que los muchos o pocos años que Dios nos dé para seguir en la tierra, haciendo lo que nos gusta, los gocemos sabiendo que nos seguirá tocando ver injusticias a los ojos, pero serán más los espacios de oportunidad para cambiar esta realidad para millones de guatemaltecos que quieren lo mismo que nosotros: crecer para que sus familias y las de otros, tengan más oportunidades sin dejar por un lado los principios y los valores.

Te queremos mucho y dale un beso a mamá, la roca de nuestra familia.

Artículo anteriorCero a cero
Artículo siguienteMagnánima actitud de la CC