Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Después de las derrotas que sufrió Alejandro Giammattei en el Congreso por los Estados de Calamidad que iban a servir para que un montón de largos hicieran negocio, el Presidente empezó a sentir una falta de apoyo que estuvo a punto de quitarle la presidencia del Legislativo a Allan Rodríguez.

Pero las “maravillas” de un sistema cooptado es que siempre está el brazo de la represión y la amenaza (vía el Ministerio Público (MP) y las cortes que controla el Presidente) y la mano de los negocios y el dinero vía el multimillonario presupuesto que están a punto de aprobar y va a servir para millonarios negocios que “aseguran lealtades”.

Y alguna mente inteligente le hizo ver el Presidente que si vía el Tribunal Supremos Electoral (TSE) y sus magistrados que controlan, le entregaban la UNE a Sandra Torres, ella estaba en una posición de fuerza para doblar las manos de muchos diputados que desean seguir en el puesto para incrementar los negocios con el dinero del presupuesto.

Y con eso bastó para desmontar el esfuerzo cuasi cocinado que tenían otros diputados para destronar a Allan Rodríguez y ahora todo parece volver a su cauce. Empezamos a ver actos orquestados para irse fortaleciendo y sentar las bases para las batallas que estiman importantes.

La gran pregunta es cómo queda el pacto entre Giammattei y Zury, por medio del cual no solo accedió gente de VALOR a la Junta Directiva del Congreso, sino que a la hija del general le asignaron al menos dos sillas en la Corte de Constitucionalidad (CC). ¿Dos hombres ganaron al competir contra Sandra, pero qué pasaría si son dos mujeres en segunda vuelta?

Más importante que el pacto de ahora y los miles que vendrán entre gente que no desea ver al futuro sino regresar al pasado, es ¿qué estamos haciendo los guatemaltecos para evitarlo?

Miles de comentarios en redes sociales, muchas expresiones en reuniones privadas pero muy poco en términos de articulación y propuesta. No hemos sido capaces de trazar una hoja de ruta en torno a mínimos que deberían ser casi irrefutables por aquellos que entienden y se resisten a vivir como vivimos.

Elegir diputados por nombres y no por listados, reformar el sistema de compras para cerrar la llave a la licitaciones amañadas y con dedicatoria, reformar el sistema de justicia para dar certeza, premiar a los jueces independientes, invitando así a invertir y modificar el sistema de servicio civil, deberían ser puntos que den una hoja de ruta, una luz en medio de tanta oscuridad.

Tal y como están las cosas, alguna gente no desea “personalizar” porque les preocupan las consecuencias. Por ejemplo, sienten que si se dice algo que enoje al Presidente entonces éste ya no accederá a peticiones en ley, como por ejemplo, una exoneración de multas y recargos a contribuyentes.

O si se expresa algo en relación al MP y la labor de Porras, genera preocupación que activen o inventen una investigación en contra de alguna voz que les incomode. Es una realidad, pero también es real que si no logramos articular el país se nos terminará de escurrir entre las manos.

Por eso es que urge que podamos pactar acciones alrededor del sistema, como las mencionadas con anterioridad, porque son esas reglas que usan los operadores de turno para hacer negocios, para generar la impunidad necesaria para ejecutar la corrupción que desde hace décadas nos tiene en posición complicada.

El pacto entre políticos para salvar su sistema es real y solo la acción decidida de ciudadanos, puede enderezar el rumbo.

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