En Guatemala pensar distinto y lograr mantener la comunicación ha sido, es y será siempre un reto y una de esas personas con las que no siempre compartimos criterios pero seguimos intercambiándolos es el Ministro de Economía, Antonio Malouf.
Según una publicación de Prensa Libre, Malouf quitó hierro a la designación que hizo Estados Unidos de Consuelo Porras por sus actos corruptos al frente del Ministerio Público (MP) y el funcionario quizo matizar lo que él entiende como dinero de cooperación del país del norte y lo que se refiere de manera directa a las inversiones que terceros privados deseen hacer en Guatemala.
Dijo el Ministro: “Las relaciones de financiamiento de los que ellos regalan, como su dinero, puede variar, pero las relaciones comerciales de empresa a empresa y de inversionistas que quieren venir a Guatemala, donde saben que somos un gobierno que está apoyando las inversiones, seguirán viniendo, y aquí estamos para recibirlos” expresó.
“Las relaciones comerciales creo que todavía no están siendo afectadas”, agregó pero las negrillas son mías y cerró diciendo: “Lo ha dicho el señor Presidente y yo soy de la misma opinión, no podemos basarnos en que alguien dijo algo para que ya nos tachen de algo que no hemos hecho”.
Empiezo por el final. ¿De verdad cree el Ministro, con todo lo que conoce, con los cargos que ha tenido, con lo que sabe de la manera en la que funcionan estos asuntos, que Estados Unidos se basa solo en la opinión de un individuo? El Ministro sabe, como lo sabemos todos, que esto va más allá de una opinión y que las conductas de Consuelo Porras han generado enormes sospechas desde hace mucho tiempo.
Reconoce el Ministro, que aunque a su juicio las relaciones comerciales no se han afectado a la fecha, sí es un posibilidad que lleguen a golpearse y entonces pregunto, ¿es justo que por las acciones de pocos, muchos debamos sufrir las consecuencias que generará una afectación de las relaciones comerciales que dada la ruta que decidió emprender su ahora jefe, Alejandro Giammattei y la amiga de éste último, Consuelo Porras, parecen inevitables?
Ministro, usted vio de primera mano la realidad de Nicaragua. Allá, en palabras de quienes conocen el país y trabajan para liberarlo, la alianza que se dio entre el Gobierno y el sector privado para mantener una “ficticia estabilidad económica” empoderó a un Daniel Ortega que en el 2018 terminó de sacar todos los colores que ya había enseñado desde el 2011 y que fueron fruto de la forma en la que lograron, incluso desde la oposición, ir copando el sistema.
Y ante eso que ha visto, considero que más importante que atrincherarnos en las posiciones que se tengan, debemos trabajar por ver la realidad por dura que sea y hacer los ajustes que nos eviten caen más hondo en el hoyo. El carro de Guatemala hoy lo manejan dos personas que privilegian intereses personales y se cuidan el uno al otro, por actos que les preocupan, que los han puesto en el ojo del huracán y van a toda velocidad pretendiendo que todos nos estrellemos con ellos.
Hay voces, no del Ministro, pero si del Gobierno que le están recomendando al Presidente que vale la pena cortar relaciones con Estados Unidos, que el embajador Popp es un problema, que USAID (que le está dando de comer a los afectados por las tormentas) debe irse y un largo etcétera y ojalá haya voces sensatas que en medio de todo le paren la mano al líder del régimen, es decir, Alejandro Giammattei.
Salir a defender a Porras en unos tuits que dan pena y el tono del discurso de ayer en la ONU, reafirman que Giammattei está en plan de guerra porque le preocupan actos que ha realizado y de ahí la necesidad de aliarse con la Fiscal General. Es su necesidad, no la del país. Es su deseo, no el de la mayoría de guatemaltecos, incluidos muchos que desde el sector empresarial siguen dando la cara, honradamente, por el país.
Yo lo invito Ministro y me comprometo a trabajar en lo que sea necesario, para que podamos enderezar este rumbo en el que nos llevan buscando impunidad por lo que se ha hecho. Los chapines merecemos mejor y mantener esta triste realidad por una “falsa estabilidad económica”, nos saldrá muy, muy, muy caro.