Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Parafraseo al comercial de los Gauchitos en el que salía aquel hombre con una boina, bigote y decía “pero si sos vos” con un acento argentino que dominaba el anuncio que se hizo famoso hace muchos años.
Y es que con todo lo que pasa en la Guatemala que tanto queremos, la gente debe entender que más allá de las principales caras que son atacadas como parte del plan que implica mantener las condiciones que generan tanta migración, en el fondo está usted, su familia, sus negocios, sus amigos, su trabajo y su bienestar.
Habemos algunos a los que lidiar todos los días con las campañas negras, las narrativas falsas que buscan desprestigio y las acciones que procuran lograr el silencio sembrando miedo, se ha convertido en el pan de todos los días y guste o no, se va sacando callo que permite lidiar con ese tipo de mafias. Gracias a Dios no nos detienen.
Pero el objetivo principal no termina siendo los atacados, sino asegurar el silencio de los moderados, de los que están en medio (derecha o izquierda) porque, al fin y al cabo, nadie quiere ser el “chompipe” de la fiesta de ningún puñado.
El silencio de esos que entienden alejado de los radicalismos es la mejor victoria de aquellos que atacan como su mecanismo de defensa porque entre menos gente se exprese, mayores son los chances que las cosas permanezcan exactamente igual.
El poder del narcotráfico cada vez va en aumento, como lo evidenció un estudio del CIEN revelado esta semana, pero el punto más importante no es cómo aumenta el narco, sino cómo le han facilitado el camino aquellos que están llamados a fortalecer el Estado de Derecho (por el bien de los negocios), en lugar de socavarlo.
Desmantelar los pocos avances traerá consecuencias graves porque cuando los más sanguinarios, los más rudos y los más poderosos toquen a las puertas, demandando sus pretensiones, no habrá a quien recurrir porque todo fue desbaratado con la intención de terminar con estrellitas en la frente cuando las “capeadas del colegio” fueron más que evidentes y probadas.
Cada vez me encuentro con gente dispuesta a dar los pasos correctos, pero a los que el ruido, el miedo que imponen los que están anclados al pasado, todavía les sigue pesando y mucho por todo lo que implica.
El problema es que no se dan cuenta que las facturas llegan tarde o temprano y uso de ejemplo la vacunación contra el COVID-19.
Hay quienes entienden la importancia que tiene la inmunización para los efectos de salud y económicos del país, pero se encuentran indefensos porque las autoridades no privilegiaron el bienestar de la gente, dándose el lujo de hacer una negociación que no tiene ni pies ni cabeza.
Pero lo pudieron hacer por esa indiferencia ciudadana, por esa inmovilidad que nos domina en los momentos clave, porque ese ejercicio ciudadano que no pasa de las redes y por ese silencio que en parte se alimenta por el miedo al estigma que se le genera a aquellos que deciden alzar la voz.
Llueva, truene o relampaguee debemos hacer lo propio. Aunque nos inventen las peores y más bajas campañas de desprestigio, debemos quedarnos en la altura buscando que más gente dimensione los costos de la indiferencia y peor aún de la complicidad.
Nunca es tarde porque al fin y al cabo, “esto se trata de vos” y de este país que nos tiene “cacheteado el asfalto” como bien reza el famoso anuncio de los Gauchitos.