En el proceso electoral de Estados Unidos que culminó en el 2016, el partido Republicano dejó de lado a todos los aspirantes con larga militancia para terminar invistiendo como candidato presidencial a Donald Trump, luego de una agria contienda primaria en la que casi todos los contendientes fueron tratados con absoluto menosprecio por el millonario metido a político. Y una vez consagrado, todos los miembros del partido tuvieron que someterse a su liderazgo, condición que llegó a ser absoluta cuando ganó y fue investido como Presidente de los Estados Unidos. Los pocos que no se le sometieron indignamente, como él pretendía, fueron siendo marginados o vistos de menos.
Los trumpistas se convirtieron en la principal facción del partido Republicano y los que no lo eran de corazón, tuvieron que apechugar para mantener sus posiciones, porque todo, absolutamente todo, cayó bajo su dominio. Aún viejos líderes que gozaban del respeto de las bases se vieron obligados a humillarse y todos adoptaron ese tono lambiscón que cada día endiosaba más al entonces Presidente de los Estados Unidos y líder absoluto del partido Republicano.
Cuando perdió la elección en el 2020 no reconoció su derrota, sino que alegó un fraude electoral que no pudo probar en ningún Estado ni distrito, llegando al colmo de alentar a sus fanáticos seguidores para que fueran a tomar el Capitolio a fin de obligar a los senadores y representantes que no avalaran el resultado de la elección. La vida de todos los demócratas y muchos republicanos, empezando por el vicepresidente Mike Pence, estuvo en serio peligro por los caprichos.
Hoy, después de una segunda derrota, porque los candidatos a los que endosó fueron arrasados en las urnas, Donald Trump ha lanzado su nominación que tendrá graves consecuencias para los Republicanos. Y es que, según una encuesta publicada por el Wall Street Journal, diario conservador, el gobernador del Estado de Florida, Ron DeSantis, tiene una considerable ventaja sobre Trump de cara a las primarias que deberá celebrar el partido. 52 por ciento de los consultados se inclinan por DeSantis mientras un 38 por ciento lo hace por Trump.
En condiciones normales esa situación pudiera considerarse como algo normal y que, en todo caso, puede traducirse en un reajuste dentro de las filas del partido Republicano para volver a sus raíces. Sin embargo, dada la personalidad tan peculiar de Trump y de sus fanáticos seguidores, es muy probable que si llega a ser derrotado en las elecciones primarias, por cualquier contendiente, él dirá que le robaron las primarias y va a postularse como independiente, porque él jamás podrá aceptar una derrota electoral dada su muy peculiar vanidad.
Y por ello digo que cuando él se autoproclamó precandidato y los republicanos lo terminaron nominando, crearon un cuervo que ahora les puede sacar los ojos, porque ese 38 por ciento de seguidores son trumpistas y dejaron de ser republicanos. Es gente que lo seguirá a donde él quiera ir, aunque ello signifique la destrucción del Viejo Gran Partido de Abraham Lincoln.