Ayer Giammattei hizo algo extraordinario, porque es evidente que detesta dar la cara a los periodistas, tal y como pomposamente ofreció antes de tomar posesión en aquel célebre programa de Fernando del Rincón, de CNN en español. Dispuso presentarse en una rueda de prensa para explicar la situación derivada del paso de la tormenta Julia, causante de muchos estragos en el país, mucho más de lo normal por la deprimente condición de nuestra infraestructura y el abandono del medio ambiente.
Un periodista, con toda la lógica derivada del elemental sentido común y conocimiento de la realidad respecto a la forma cómo se han manejado anteriores Estados de Calamidad, preguntó al gobernante sobre esa decisión tomada sobre la marcha y aprobada a velocidad de rayo por el Congreso de la República (siempre chispudo para aprobar lo que puede generar algo de moco). Y lo hizo hablando de cómo, en anteriores desgracias producto de desastres naturales, los afectados no recibieron ni rosca, pese a la reiterada tendencia a declarar tales Estados de Calamidad, facilitadores de contrataciones exprés.
Con la mecha extraordinariamente corta, Giammattei arremetió contra el periodista de una forma totalmente fuera de lugar, como le ha ocurrido ya tantísimas veces en el ejercicio del cargo y a lo largo de su vida, desde la infancia, disparando una perorata sobre los “avances” de su gobierno en temas como el dragado de los ríos (tarea por supuesto pendiente cuando llegó la tormenta) y, para cerrar con broche de oro, afirmó con toda la barba que, a diferencia con los anteriores gobiernos, en el suyo no hay corrupción. Obviamente, tras tan fantasiosa afirmación se levantó como mil diablos y abandonó el recinto donde se realizaba la conferencia con los periodistas.
Por supuesto, debemos entender cómo puede ser de molesta una pregunta tan precisa y para la cual no existe una respuesta coherente. Primero debemos señalar el proceder de los sucesivos gobiernos, pero, especialmente, desde el de Otto Pérez, cuando delegó en Roxana Baldetti el manejo de algunas catástrofes, derivando en una situación de verdadero y burdo atraco; luego el gobierno de Jimmy Morales (ni corrupto ni ladrón), pero una verdadera fiera para superar a los Patriotas y dejar asfaltado el camino para un Giammattei capaz de hacer de esa ruta una verdadera supercarretera de la corrupción, producto de la cooptación de todas las instituciones del Estado.
El periodista no estaba insinuando, ni por asomo, dejar sin atención a la gente o abandonar a las víctimas del desastre natural; simplemente planteó con toda lógica la inutilidad práctica de ese estado de excepción, tomando en cuenta el abandono secular de quienes fueron víctimas de otras tormentas o terremotos debido a la forma dispendiosa e inmoral de ejecutar los supuestos programas de asistencia.
Y si tan preparado está el gobierno para, por ejemplo, dragar los ríos, es justo preguntarse por qué jocotes no lo hicieron antes del invierno sino hasta ahora, cuando por la Calamidad decretada pueden hacer micos y pericos con los fondos públicos. Pregunta lógica derivada de su abrupta respuesta, pero suspendida en el aire pues ya no hubo a quién formularla y la cual se suma a toda una gama de interrogantes, todas relacionadas con el tema de la corrupción.