Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Joan Manuel Serrat es un veterano cantante y compositor catalán considerado una de las figuras más importantes de la música popular en los países de habla hispana y a sus 77 años sigue no sólo ocupado en la música, sino preocupado por la realidad de ese mundo que nos rodea. Y este fin de semana un amigo muy querido, el también español Enrique Caballero me envió, desde su Barra de don Paco, un extraordinario video de dos minutos y medio de duración que puede ver aquí en el que Serrat reflexiona sobre la vida actual y se lamenta de cómo la humanidad está dejando que se vea como lo más normal del mundo esa pérdida de valores que nos está destruyendo en muchos sentidos.

Hablar constantemente de cómo la gente se ha vuelto indiferente ante la corrupción y la ausencia de aquellos valores que antaño eran causa de prestigio de quienes los exaltaban y preservaban con sus actos, llega a ser cansado cuando el auditorio es tan poco receptivo y parece no sólo resignado a que la corrupción nos gane la partida sino que, a lo mejor, hasta guarda la esperanza de que algún día llegue a estar en esas esferas donde se produce y disfruta la danza de millones que ha hecho pasar a tanta gente de verdaderos zopitoles a engreídos gavilanes que, por la fortuna amasada, se sienten dueños del mundo y usan el poder para incrementar sus beneficios.

Es una dura crítica la que Serrat hace a esta generación que ha permitido, a lo largo y ancho del mundo, esa destrucción de los valores entregándolo todo y entregándose sumisamente al poder de los corruptos, de los que no ven más que el derecho de su nariz. Nos enseñaron, como bien dice el cantante, que vivimos en sociedades de mercado en las que es lícito comprarlo todo y venderlo todo, hasta el alma, porque lo importante es amasar fortuna y pavonearse con el fruto de esa riqueza, aunque sea mal habida y a costillas de sufrimientos de pueblos como el nuestro, obligados a emigrar para asegurar el sustento digno de sus familias.

España es un país que vivió también épocas muy duras y muchos se vieron obligados a buscar nuevos horizontes creando una de las diásporas más importantes de Europa y el arribo de la democracia, si bien trajo niveles de prosperidad, también empezó a provocar ese deterioro universal que es la pérdida de los valores que menciona tan acertadamente Joan Manuel Serrat en su adolorido mensaje.

Ciertamente no es únicamente Guatemala el país que está sufriendo ese deterioro pero me temo que sí que vamos a la vanguardia, no sólo por los escandalosos niveles de la corrupción que, literalmente, están derrumbando y hundiendo al país, sino por esa indiferencia que nos hace aprender a convivir, resignados y complacientes, en medio de tanta desgracia, de tanta insolencia de un poder cada vez más corrupto.

No veamos todo eso como algo normal, dice Serrat, ni aprendamos a convivir con ello. Quizá no sabemos la ruta para salir del atolladero pero sí que conocemos el camino que nos ha traído hasta aquí y no podemos confiar más en quienes nos han hundido.

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