Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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La Contraloría General de Cuentas de la Nación, entidad a cargo de velar por la transparencia en el manejo de los fondos públicos según mandato constitucional, está presumiendo con anuncios en los que comunica que recibió calificaciones de 100 puntos en el “Índice de Disponibilidad de Información a la Ciudadanía sobre la Gestión institucional de las Entidades Fiscalizadoras Superiores” y la misma nota máxima en el “Ranking de COVID-19” que la ubica “en un nivel óptimo al contar con la información disponible a la ciudadanía”, asuntos por los que presume la administración del doctor Edwin Salazar Jerez (sic), Contralor General de Cuentas, entidad que ahora tiene como lema la “Integridad, Eficiencia y Transparencia” y que señala que el 2021 es el “Año de la Ética y Probidad”.

Gastar dinero público en esa clase de propaganda falaz es no sólo irresponsable sino una muestra de lo que es nuestra Contraloría porque le faltó poner que en materia de control de la calidad del gasto tiene una calificación de 0 pues eso es algo que no entra dentro de las acciones que desarrolla, sobre todo cuando se trata de grandes negocios porque para tapar el ojo al macho se centra en pequeñeces administrativas pero jamás en los grandes trinquetes que se cocinan diariamente en las diferentes dependencias de la administración pública.

El día que la Contraloría pueda presentar una nota de 100 puntos en escudriñar cómo se dilapida el dinero de los contribuyentes sería algo para presumir, pero que tenga “disponibilidad de información a la ciudadanía sobre gestión institucional de las entidades fiscalizadoras superiores” (verdadero galimatías), es algo que llama a risa de verdad, no digamos en la tontería esa de que está en nivel óptimo al contar con la información disponible a la ciudadanía sobre el COVID-19.

Que mejor nos digan cuál es el estado de la investigación, si la hay, relacionada a la pandemia en cuanto a la compra de vacunas que se hizo a los rusos y que resultó en una soberana y pública estafa, no sólo porque no llegan las dosis adquiridas sino porque la Sputnik V no tiene la aprobación de la Organización Mundial de la Salud debido a deficiencias en el proceso de producción. No digamos, siempre hablando de rusos, de investigaciones serias y con efectos trasladados al Ministerio Público sobre las concesiones en temas mineros que inclusive significaron una masiva y ostentosa movilización policial para proteger los “derechos adquiridos” a saber de qué manera por los que llevaron la alfombra a la casa del gobernante.

No es sólo algo que ocurra en esta administración porque el descalabro de la Contraloría así ha sido su parte de su historia. Concentrarse en casos chiquitos para justificar su existencia, mientras ignora la danza de millones de la verdadera corrupción. Pero en lo que ésta rebasa cualquier límite, por lo visto, es en hacer publicar campos pagados echando chile por puras babosadas que no se traducen en absoluto en una mayor transparencia en el manejo de los recursos del Estado.

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