Mientras Giammattei viajaba a Washington para pavonearse de sus fantasiosos logros en gobernanza, lucha contra la corrupción y modernización de nuestra economía para atraer inversiones, el Ministerio de Salud informaba que se habían enviado a Costa Rica varias pruebas recién realizadas a personas que resultaron positivas con el COVID-19 en los últimos días, con la finalidad de establecer si ya estaba en el país la variante ómicron que ha causado preocupación debido a la cantidad de mutaciones que presenta, dando así una patética muestra del estado de abandono que existe en nuestro Sistema de Salud porque es inexplicable que los ticos puedan realizar ese tipo de análisis de laboratorio y que Guatemala no pueda hacerlo y deba esperar un par de semanas para obtener esos resultados que en casi todo el mundo se pueden lograr en cuestión de horas.
En términos generales en el tema de las pruebas para detectar el virus causante de la pandemia hemos estado tremendamente limitados y por ello quienes dan seguimiento científico al tema señalan la poca confianza que se puede tener en los datos oficiales. De hecho la mayor cantidad de pruebas que se realizan al día de hoy es en laboratorios privados que cobran el valor del procedimiento y el mismo no está al alcance de toda la gente mientras que en muchos Centros de Salud del sistema oficial no se practican exámenes todos los días, no obstante que hubo una asignación extraordinaria para facilitar la adquisición de los distintos tipos de pruebas y ese dinero no se ha gastado como se presupuestó en su momento.
Pero el tema de que no tengamos en nuestro propio Laboratorio Nacional la tecnología necesaria para determinar si el virus que causa ahora los contagios es ya alguna de las variantes termina siendo algo que llora sangre. Costa Rica es un país que tiene una economía menor que la nuestra y su presupuesto no llega a las dimensiones del guatemalteco, pero manejando bien los recursos y con funcionarios que están pensando en el país y no en cómo llenarse el bolsillo, marcan notables diferencias que evidencian los tremendos atrasos que nos hacen tanto daño. Esa deficiencia tan seria en el Laboratorio Nacional es apenas un botón que demuestra cómo andamos.
Y todo es resultado de que, por ejemplo, para nombrar a las autoridades de Salud se toma en cuenta fundamentalmente su disposición a hacer negocios en las compras de medicinas que es, desde hace muchos años, el gran negocio de la cartera. Se sabe que los que operan en ese campo fueron de los grandes financistas de la campaña política de Giammattei, tanto así que su primer Ministro de Salud Pública limitaba su currículum al papel que jugó como director médico de algunos laboratorios productores de medicamentos.
Por supuesto que esa gente no llega a ver cómo mejora el sistema sino como lo exprimen más y de esa cuenta las inversiones realmente necesarias, aquellas que nos pueden colocar en mejor posición para atender la salud pública, son postergadas o simplemente ignoradas porque las autoridades no están para pensar más que en el soborno que tienen que generar para satisfacer a las más altas autoridades.