Es obvio que mientras más viejo se pone uno mayor es la cantidad de recuerdos que se agolpan en la memoria, sobre todo en momentos como el que hoy vivo con la decisión final de cambiar de época en La Hora para dejar nuestra edición impresa y enfocarnos plenamente en nuestro trabajo digital. Rostros, momentos y situaciones peculiares vividas con intensidad se suceden en una interminable rememoración que me lleva a agradecer con toda el alma a tanta gente que a lo largo de mi vida, que es casi tan larga como la vida de La Hora en su Cuarta Época, pude conocer en este ambiente de tanta demanda y exigencia. Incontables los que murieron trabajando para esta causa, los que dieron todo por sus principios y los que se fueron para abrirse nuevos horizontes y triunfar tras la experiencia adquirida en esta casa. Amigos que se rindieron por la presión cotidiana y otros que siguen con nosotros y que se suman a una forma demandante de hacer un periodismo que no tolera la fafa porque se comprometió a ser Tribuna y no Mostrador.
Me tocó vivir el tránsito de la impresión tipográfica producto del contacto del papel con el plomo entintado al offset, en el que una plancha lisa captura tinta en ciertas partes sensibles para traspasarla al papel. Pasé del linotipo a la computadora y de las prensas planas a las rotativas, entendiendo todo el proceso, ejecutándolo primero y supervisándolo después, combinando esas tareas con las propias de un periodismo que llevo en la sangre pero que además me fue inculcado sobre la base muy específica de que una cosa es el medio publicitario y otra muy distinta el medio informativo. La crucial separación de ambas funciones no siempre se entiende pero era algo que desde muy niño me repetía mi abuelo luego de que un día le pedí que me explicara eso de Tribuna y no Mostrador.
Siempre fui aficionado a la tecnología y mis hijos se burlan porque me gusta tener el último Gadget y eso me hizo ser pionero en la utilización de las primeras computadoras Macintosh en la redacción y luego en la separación de colores y el diseño. Cuando se empezó a popularizar la internet busqué gente que me ayudara a subir nuestra información a un rudimentario sitio cuando los lenguajes de programación eran totalmente distintos a los actuales y creo que nadie había oído hablar del HTML. El nuestro era un sitio que replicaba la información de la edición impresa y fue en el año 2012 cuando, estando en Chicago en búsqueda de maquinaria de impresión para ampliar la planta, que nos dimos cuenta con mi esposa de que el futuro iba en otra dirección. Regresamos a invertir en el desarrollo digital y luego con el apoyo de Somad hemos ido innovando para lograr un sólido y sostenido crecimiento.
Nunca habíamos tenido ningún socio pese a una que otra oferta pero con Luis Von Ahn fue fácil entendernos por dos cosas. Creemos en una Guatemala diferente que ofrezca oportunidades a TODA su gente y en el ilimitado mundo digital. La primera depende de qué tan bien usemos la tecnología para empoderar a la gente y hacer que tomemos conciencia del país que tenemos y el que queremos. Y es en ese contexto, con esa ilusión y fe, que ahora arranca esta Quinta Época, desafiante pero encantadora.