Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Recientemente se hizo pública la investigación de los “Pandora Papers”, realizada por el Consorcio Internacional de Investigación Periodística en el que participó Plaza Pública de Guatemala y que resultó siendo aún más amplia que el trabajo sobre los “Panama Papers” que se destapó hace varios años y en el que se encontró la forma en que, mediante la constitución de empresas en paraísos fiscales, no sólo se lograba la evasión de impuestos, sino también una eficiente lavandería de dinero no sólo del narcotráfico sino también de la corrupción que es un mal que aqueja a toda la humanidad. La verdad es que para el grueso de la opinión pública el asunto puede ser demasiado complejo como para que se convirtiera en verdadera noticia y, si acaso, se puso atención a uno que otro nombre conocido que salió a luz pública, pero no se llegó a profundizar en lo que significa esa modalidad en la que destacó un bufete panameño de abogados, Mossack Fonseca, que con la colaboración de otros bufetes alrededor del mundo (incluyendo Guatemala), se dieron a la tarea de “desarrollar” esas modalidades de manejo anónimo de grandes capitales.

En Netflix está una película, The Laundromat (La Lavandería) en la que se trata de hacer una explicación de cómo se ha ido desarrollando esa nueva forma de organización que permite mantener ocultos los capitales, en teoría para evitar el pago de impuestos, pero que en el fondo se ha convertido en una extraordinaria manera de lavar el dinero de forma que sea imposible determinar a dónde va a parar toda esa inmensa fortuna que se mueve en las redes de corrupción que necesitan del anonimato para no caer en prácticas tan burdas como la de acumular maletas con millones de billetes en abandonadas viviendas o apartamentos, tal y como han hecho varios de los más prósperos exfuncionarios y contratistas en nuestro país.

La resistencia al pago de impuestos y la búsqueda de formas para librarse de las obligaciones fiscales es tan antigua como la existencia misma de los impuestos. Ya desde tiempos de Cristo le hicieron la pregunta de si los judíos tenían que pagarle impuestos al César en esa época que vivían bajo el dominio del Imperio Romano. Y así ha sido y seguirá siendo porque en todo lugar y tiempo resulta cuesta arriba la contribución fiscal, sobre todo cuando el contribuyente se da cuenta de la forma en que se dilapida el dinero que recolecta el Estado.

Y a pesar del escándalo provocado por el descubrimiento de la operación iniciada en Panamá, la verdad es que ni Mossack Fonseca era único ni creo yo que haya inventado la metodología. Que fueron muy eficientes y lograron crear miles de empresas casi fantasmas en los paraísos fiscales es indudable, pero con el destape de lo que ellos hicieron no terminó la práctica que es en realidad demasiado extendida. El hecho de que la empresa Odebrecht hubiera sido una de las que utilizó al bufete panameño hizo más escandaloso su proceder, pero los Pandora Papers confirman, ahora, que ni por asomo el asunto quedó terminado.

Sabiendo lo que se mueve en Guatemala, entre narcos y corruptos, seguramente que hay enormes capitales guatemaltecos ocultos en esa enorme pirámide que representa la modernidad en el tema de lavar dinero.

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