Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Ayer Daniel Ortega agradeció públicamente a Vladimir Putin todo lo que hace por Nicaragua y criticó severamente a Estados Unidos porque, según él, se dedican a propagar mentiras y falsedades sobre su régimen. Uno podría pensar que por el pasado “revolucionario” de Ortega es natural esa alianza casi natural con quien fue uno de los agentes de la KGB de la desaparecida Unión Soviética y hoy dirige a Rusia, pero la verdad es que se trata de otro tipo de alianzas porque las mafias rusas están muy activas en todo el mundo y especialmente en Centroamérica, donde encuentran numerosos aliados que no le tienen asco a los rublos, especialmente ahora que se pueden convertir en las nuevas criptomonedas.

En Guatemala se ha evidenciado una mejor relación con los rusos, que amplían sus inversiones mineras en el país, que se estrechan en forradas alfombras mientras que, como casualidad, también Giammattei despotrica contra Estados Unidos cada vez que tiene un micrófono enfrente y jamás menciona que la mayor cantidad de vacunas que se han aplicado en nuestro país son donaciones hechas por el gobierno norteamericano.

El parecido entre Giammattei y Ortega es cada vez mayor y más pronto que tarde los empresarios de aquí se darán cuenta, como hicieron tardíamente los nicaragüenses, que quien con niños se acuesta zurrado amanece. Hoy el empresariado de Nicaragua, que fue estrecho aliado de los Ortega–Murillo para articular la dictadura que está superando a la de los Somoza, ha entendido su grave error y lo está pagando caro porque contra ellos se ha dirigido la maquinaria oficial y hay dirigentes (de los meros meros que de verdad deciden) del equivalente allá del CACIF que han ido a parar a la cárcel porque, al fin, se dieron cuenta que no era simplemente cosa de hacer negocios sino de entregar todo el país a la banda gobernante.

No es simple casualidad que Centroamérica ahora se haya convertido en territorio en disputa entre los intereses rusos y norteamericanos, cosa que ya pasó con la Guerra Fría cuando revoluciones en Guatemala, Nicaragua y El Salvador materializaron ese enfrentamiento global en el que nos tocó poner los muertos y desaparecidos. Hoy el tema no es ideológico, como en aquellos tiempos, porque se han caído las caretas y se evidencia que lo mismo da que robe un pícaro de izquierda que uno de derecha. El problema es de corrupción y ahora tenemos que entender que el gran poder en Rusia no son los del partido comunista sino las mafias que se han enriquecido luego de la desaparición de la dictadura soviética.

Rusia ha sabido entender el ritmo de los acontecimientos en la región, en la que también China tiene un enorme interés, pero que no muestra de manera tan burda. Rusia entiende el curso de los acontecimientos y la importancia que tiene para esta región la corrupción que se adueñado de todo y, expertos en el tema, han sabido sacarle provecho para convertirlos en aliados como nunca hubo, ni siquiera en los días más álgidos de aquella Guerra Fría que tanto daño nos hizo.

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