Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Así se llama el libro que recoge la compilación de una extensa investigación realizada en varios países y que fue publicado en agosto del año pasado bajo los auspicios del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística y el equipo de “Columbia Journalism Investigations” que funciona en esa universidad privada de Nueva York. En el trabajo se destaca la forma en que muchas iglesias prosperan y crecen gracias a la notable inyección económica que proviene de redes criminales que las utilizan para lavar el dinero generado por las acciones ilícitas, destacando el narcotráfico como la actividad generadora de la mayor cantidad de recursos.

El tema es siempre interesante pero en el caso de Guatemala adquiere mucho mayor importancia porque un grupo de diputados, miembros de un Congreso en el que juegan papel estelar los que fueron electos con dinero del narco, presentó una iniciativa para promover la “Ley para la libertad de religión, creencia de culto y conciencia” que el mismo Giammattei se apresuró a promocionar afirmando que él la firmará en cuanto sea aprobada (para esa ley no andará de arriba para abajo como con la de las vacunas) porque en nuestro país “la fe antecede a la política”.

El lector se preguntará cuál es la relación entre esa ley que promueven diputados y presidente con el libro “Paraísos de Dinero y Fe” al que hice referencia. Pues resulta que la iniciativa de ley promueve que las iglesias queden exentas de cualquier tipo de revisión administrativa o judicial relacionadas con los ingresos que reciban y regula que los mismos se pueden bancarizar, al margen de su origen. Y precisamente en el libro de referencia se detalla cómo, a lo largo del continente americano, hay muchas iglesias que se prestan para ser verdaderas lavanderías de dinero sucio que les permiten realizar megatemplos, pero también millonarias inversiones en distintos campos de la actividad económica.

Es sabido que uno de los mayores problemas que tiene el narcotráfico es cómo disponer de las fortunas que amasan porque siguiendo la pista al dinero es como se les puede llegar más fácilmente y por ello las leyes contra el lavado que hay en muchos países, incluyendo el nuestro, pero con la nueva legislación que se propone el camino queda expedito.

Y siendo que Guatemala es un país que constitucionalmente no sólo garantiza la libertad de cultos sin ningún tipo de limitación y promueve valores como la protección de la familia y la vida desde la gestación, no se ve la necesidad de una ley como la que fue propuesta por los diputados y promocionada por Giammattei, haciéndola ver como un gran avance para la libertad religiosa. Y eso es falso porque todo lo que proponen está garantizado por nuestra Constitución, salvo ese puntual apartado que impedirá en el futuro cualquier tipo de revisión administrativa o judicial en cuanto a los fondos que manejan y por ello es que se puede afirmar que ese, justamente, es el verdadero objetivo de la ley propuesta.

El libro si relata casos de iglesias en Guatemala, pero fuera del libro se han conocido otros escándalos denunciados en medios internacionales pero que aquí duermen el sueño de los justos. Y es por esos casos, y por las dudas, que quieren una ley como la que tanto le gustó al Rey de las Alfombras.

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