Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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La eliminación de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad era el sueño de opio de los corruptos, tanto los procesados desde el 2015 como aquellos que todavía no han sido señalados penalmente. Sin embargo, el prestigio de la FECI hacía imposible concretar la acción final porque local e internacionalmente se reconocía el trabajo realizado y la importancia de serias investigaciones que llevaron a muchos a la cárcel en el destape más importante de la podredumbre que se ha enraizado en Guatemala. Este año, con la visita de numerosos funcionarios de alto nivel de Estados Unidos, empezando por la Vicepresidenta Harris, fue evidente el sólido apoyo que todos se esmeraron por manifestar a Juan Francisco Sandoval, precisamente porque era obvio que se había convertido en una solitaria golondrina a la que le apuntaban con poderosas armas.

Ni siquiera la Corte de Constitucionalidad ad hoc se quiso fajar declarando con lugar las acciones para cerrar a la FECI presentadas por quienes sentían que para eso, entre otras cosas, se había seleccionado a esos magistrados. Pero en las más altas esferas sintieron pasos de animal grande y por ello aquella célebre reunión entre Giammattei, Patricia Valdés y Consuelo Porras de donde la Fiscal salió con el encargo de irse a aplastar en las instalaciones de la FECI para espulgar entre los expedientes para ver qué casos estaban llevando y cuáles podrían significar algún peligro para el más célebre amigo de la Fiscal o para alguien de su mero entorno.

Lo que encontró Consuelo Porras debe haber sido preocupante, tanto así como para iniciar un proceso de cooptación de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, enviando a personal suyo para que no sólo la tuviera al tanto de cómo iban las cosas, sino también para que pasara información privilegiada para ayudar a la destrucción de las investigaciones. Fue tan burda la invasión que el mismo Sandoval tuvo que presentar un recurso impugnando las decisiones de la Fiscal General porque, literalmente, terminaban castrando la capacidad de avanzar y de cumplir con los fines de la Fiscalía.

Ahora sabemos que son al menos tres casos paradigmáticos en los que sale embarrada gente muy cercana a la Presidencia de la República, en temas relacionados con las maletas llenas de millones de quetzales, con los rusos y con Gustavo Alejos. Y siendo que Alejos es uno de los personajes más desprestigiados del país y que él ha destapado una enorme olla de grillos al convertirse en colaborador eficaz, la Fiscal Porras ahora usa ese caso como palanca para, según ella, destruir a Sandoval al acusarlo de andar en arreglos con quien fuera el rey de los negocios de medicinas. Pero la colaboración eficaz de Alejos había sido aprobada por el MP, aunque obviamente no sabían la profundidad de lo que iba a decir. Y es precisamente por eso, por la forma en que embarró al entonces Presidente Electo que ahora cuestionan su papel de colaborador eficaz.

El país entró en una crisis cuyo desenlace es difícil predecir porque son varios los factores en juego. Pero es una de las crisis más graves de la historia reciente y es consecuencia de los clavos presidenciales que encontró el Consuelo del presidente. Así será, pues, el tamaño de los clavos.

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