Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Luego de la reunión que sostuvieron Alejandro Giammattei, Silvia Valdés y Consuelo Porras, motivada por el serio temor de que puedan existir casos que involucren al mandatario, la Fiscal General realizó intensamente su labor y pasó muchas horas en el local de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, espulgando expedientes para ver en cuántos podía aparecer la figura presidencial. Es obvio que Giammattei siente pasos de animal grande y por ello se dispuso una estrategia para no sólo debilitar el papel de la fiscalía que dirige Juan Francisco Sandoval, cuya cabeza vienen pidiendo desde hace rato todos los que están comprometidos con el Pacto de Corruptos, sino para desmontar todos aquellos casos en los que pueda existir el menor riesgo y es por ello que se han realizado importantes cambios en el Ministerio Público para darle plena garantía de que nada que pueda afectar al gobernante vea la luz.

Esta semana, tras la revisión de casos que hizo Consuelo Porras, decidieron “ascender” a quien llevaba casos tan importantes como el de Construcción y Corrupción, Red de Poder y el de Corrupción y Lavado, para colocar en su lugar a una fiscal que tiene serios conflictos con la juez Erika Aifán, encargada de diligenciar esos procesos, y con el mismo Juan Francisco Sandoval. No se trata sólo de que los casos puedan ser entrampados maliciosamente por la encargada de tramitarlos ante los tribunales, sino que está en riesgo la preservación de las pruebas y pueden ocurrir filtraciones importantes que permitan a los implicados desbaratar los procesos. Entre esos casos está el del ex ministro de Comunicaciones dueño de las maletas rellenas de dinero y quien “por algo” estaba seguro de que conservaría su puesto con Giammattei y lo pregonaba abiertamente. Sabrá Dios que encontró Consuelo Porras para decidirse a realizar esos cambios fundamentales en la FECI.

El caso es que ante el sólido respaldo que se mostró a Juan Francisco Sandoval tanto en la opinión pública como de parte de países amigos, su destitución o la desaparición de la FECI se complicó mucho, aún para la misma Corte de Constitucionalidad, lo que dio lugar a una nueva estrategia que es la de escarbar en las investigaciones que ha realizado la Fiscalía para luego proceder a neutralizarlas mediante una especie de juego de sillas musicales para desbaratar todo esfuerzo por judicializar importantes casos que pueden implicar a poderosas personalidades. Y precisamente para ello fue seleccionada Consuelo Porras, con la instrucción de proteger a los corruptos y proceder en contra de todos aquellos que siguen insistiendo en la lucha contra la corrupción.

Por ello los cambios no sólo en la Fiscalía contra la Impunidad, sino también en cualquier otra que hubiera tenido avances en casos que puedan afectar a los protegidos. La reelección de Porras está condicionada a su eficiencia para garantizar paz y tranquilidad a mucha gente pero, sobre todo, al mismo Presidente de la República que tiene grandes temores porque sabe que alguien puede machucarle la cola.

Arrinconaron a Sandoval al punto de tener que objetar las decisiones de la Fiscal General y en ese contexto es que se aproxima la jugada que sea el jaque mate.

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