Marco Trejo
Desde el inicio de la “mal llamada” era democrática allá por 1986, han surgido señalamientos de corrupción, hemos tenido 11 gobernantes y cada vez la situación es más caótica por el resultado de la gestión presidencial, el común denominador es el mismo: “nuevos ricos” y la gente se cansó de ver tanto despilfarro, descaro e impunidad.
Somos un país que es catalogado a nivel latinoamericano, como el 13avo., país más corrupto de la región de 15 analizados, lo cual nos coloca en la mirada del mundo y nos pone en una situación compleja, porque la gente nos ve como una sociedad “cleptómana” (no poder resistir a robar objetos), pero eso no es cierto, la mayoría de guatemaltecos somos gente honesta, trabajadora, responsable y sobre todo solidaria.
En la edición 2023 del Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción, Venezuela se sitúa en el último lugar del listado (15), en coherencia con la calificación brindada por Transparencia Internacional. En penúltimo lugar se encuentra Bolivia (14) y Guatemala se sitúa en el puesto 13 de 15 países analizados; no hemos tocado fondo solamente porque los que nos preceden son más ladrones.
Pero lo que ha fallado en este país, es el sistema de Partidos Políticos, esos vehículos electorales que no funcionan como debe ser y van contra la democracia, cuando su función debería ser administrar los impuestos y no “despilfarrarlos” porque deben invertirlos en desarrollo para los habitantes de este país.
Es bien importante que definamos que es un Partido Político: “es la asociación de personas que comparten una misma ideología y que buscan participar o conquistar el poder”. Aunque en Guatemala se han convertido en empresas, manejadas por un “caudillo” que dice que hacer y que no tiene identidad propia, todo al revés.
La política se debe entender como una ciencia y es el arte de gobernar, pero lamentablemente nuestros Partidos Políticos han sido usados para llegar a saquear al Estado, más pareciera que los “politiqueros” se convirtieron en “piratas modernos”.
Cada cuatro años resulta que por arte de magia emergen “nuevos ricos”, esos personajes que suben a la opulencia, pero como decían mis abuelos: “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Los “politiqueros”, no les podemos llamar de otra manera, son empresarios, invierten y recuperan lo invertido.
En un Estado normal el régimen democrático debería de fomentar el pluralismo, fomentar la competencia político-electoral, respetar el voto ciudadano y de las mayorías, lo cual también se ha perdido y hemos caído en un “bache” que nos esta llevando a un desfiladero y pone en riesgo la institucionalidad del país.
Por eso es necesario que nos hagamos la siguiente pregunta: ¿En qué se basa una democracia?, en la transparencia, en la probidad, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa, en sí es saber vivir en armonía.
Todo esto ha quedado en el olvido y ha dejado de ser, ahora los gobiernos son todo lo contrario, no respetan, son autoritarios y poco transparentes. Esto ha quedado evidenciado en los gobiernos del FCN Nación y Vamos, cada vez estamos de mal en peor.
Entonces no nos tiene que sorprender la crisis socio-política que vivimos, tenemos un descontento generalizado, un Estado saqueado por un grupo de “politiqueros”, quienes únicamente ven por sus intereses económicos, no piensan que tienen que invertir en infraestructura, educación, salud, seguridad. Estamos a dos meses y medio para terminar este mandato y nos encontramos en una “embarcación” sin rumbo.
Antes que otra cosa suceda, todos los sectores no tenemos que poner a pensar que estamos a punto de perder la gobernabilidad, hay mucha gente inconforme con la forma de hacer gobierno, donde se metan las manos encontramos “corrupción”, todo mundo trata de apropiarse de lo que no es suyo y no se han puesto a pensar que necesitamos un gobierno fuerte y transparente para salir adelante.
Nuestras futuras generaciones no merecen lo que van a recibir, no tienen oportunidades y por esa razón es que salen más “corriendo que andando”, de un país que no les ofrece más que corrupción y por eso es que no debemos permitir que un grupo de “ladrones” nos mantengan de rodillas. Por allí hay un dicho que dice: “al que le quede el guante, que se lo plante”.