Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82

En esta época moderna de comunicación,los niños absorben mucha información y mis hijos, especialmente el mayor, no son ajenos a lo que sucede hoy en el país y la verdad es que cuando me pregunten más adelante yo no quiero decirles que soy parte de una generación que perdió la democracia.

Si analizamos las cosas con frialdad, son pocos pero poderosos los actores que no quieren democracia y el denominador común que tienen es que operan desde el Estado. Alejandro Giammattei, Miguel Martínez usan de instrumento a Consuelo Porras y ella a su vez a sus subordinados. Tienen jueces al acceso rápido gracias a la alianza de Silvia Patricia Valdés con Porras.

Los magistrados de la Corte de Constitucionalidad (CC) muchas veces coquetean con las acciones antidemocráticas y al día de hoy dejan enormes dudas de cuál será su postura cuando esos actores antidemocráticos se tiren a la yugular de la voluntad popular.

Algunos diputados y sus socios particulares que saben que si alguien fuera del sistema de corrupción que funciona con dinero del Estado toma el control, no solo sus negocios están en riesgo si no su misma libertad con la que han gozado y gastado un dinero que no les corresponde y por eso ellos también están sumados al esfuerzo de ir contra la democracia.

Pero del otro lado habemos millones que queremos vivir en democracia, aún y cuando los resultados a nivel presidencial, municipal o legislativo puedan no gustarnos del todo, tenemos que tener la habilidad de centrar los esfuerzos en función de sostener y fortalecer la democracia.

Queremos lo mismo pero no nos falta comunicarnos más para llegar a acuerdos. Es vital que entendamos que entre los que deseamos democracia no nos podemos afectar y por eso es fundamental que los bloqueos cesen porque retener a alguien en contra de su voluntad no puede ser el camino de esta nueva era y los reclamos los debemos conducir en el marco de la ley.

Por el otro lado, muchas causas estructurales que generan reacción de grupos olvidados nunca son atendidas y ahora que ya todos estamos centrados en la democracia, es vital que tomemos acciones para preservarla y fortalecerla. Defender la democracia no debe admitir dobles agendas, intenciones ocultas o jugadas oscuras.

Debemos tener la madurez de trabajar juntos porque se vienen horas, días y meses críticos. Nos vamos a jugar el todo por el todo por la democracia y esta batalla no la vamos a ganar si existen fisuras que nos dividirán en el camino que debemos emprender para mantener viva la llama democrática.

Hay pláticas en curso y todos debemos ceder un poco. Debemos tomar acciones que nos permitan construir confianza pero a la vez mandar inequívocos mensajes que el anhelo democrático no es solo de unos sino que es de todos: indígenas, ladinos, autoridades ancestrales, empresarios, religiosos, académicos y un largo etcétera.

Los que no quieren democracia y quieren seguir amasando fortunas gracias a la corrupción e impunidad están duplicando sus esfuerzos por dividirnos, por polarizarnos y por lograr que no nos pongamos de acuerdo.

Planean cómo van a entrarle a un tema que saben no existió: el fraude. Más de 145 mil ciudadanos como usted y como yo cuidaron nuestro voto y como la maquinaria antidemocrática sabe eso, buscan y re buscan el ángulo con el que quieren venderle a la población que las elecciones no fueron limpias.

Si en algo hay consenso es en eso, que las elecciones fueron limpias y que no hubo fraude.

No seamos la generación que pierde la democracia, no seamos los actores que no supimos enfrentar a los que desean acallar nuestras voces en las urnas y los que desean pavimentar el camino para que cada elección que no les guste, griten fraude en manos de un MP comprometido con los actores antidemocráticos.

No solo se trata de tener el valor de enfrentar los retos, se trata de tener la madurez para saber que separados somos menos fuertes y unidos seremos más eficaces.

Guatemala nos necesita, la democracia nos lo demanda y no podemos fallar por el bien de todos, en especial de esos niños a los que debemos poder heredarles un futuro mejor y democrático en su propio país.

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