Marco Trejo
En esta semana quedó al descubierto lo que nos espera como sociedad en las diferentes Elecciones Generales que se avecinan y si hay muchas situaciones oscuras, pero sobre todo queda al descubierto el ansia de poder que tienen ciertos grupos, que tratan de copar las diferentes instituciones como el Ministerio Público (MP), las Cortes, la rectoría de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), y la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH).
Pero sobre todo lo que me queda más que claro es que no les importa debilitar la imagen institucional de las entidades de cualesquiera de los tres Poderes del Estado, su necesidad los lleva a pasarse llevando la reputación y credibilidad de las entidades gubernamentales que tienen su cuota de poder dentro de nuestro sistema estatal.
En las cuatro entrevistas que realizó el presidente constitucional, Alejandro Giammattei a los candidatos para ocupar la silla del Ministerio Público (MP), tres de los participantes dejaron bien claro, que el principal problema que afronta la Fiscalía General, es la falta de credibilidad y que ha sido minada la reputación de uno de los engranajes del Sistema de Justicia.
Estas declaraciones, que todos vimos en los canales de gobierno, deberían producir una “alerta roja” para todos los “politiqueros”, quienes han puesto su granito de arena, para que esto ocurra y que ha provocado que la mayoría de la población tenga esa percepción negativa de los entes del Estado, lo cual debilita una democracia que se destruye en lugar de edificarla, para que tengamos, un poco de esperanza de que podemos acabar con el manto de impunidad que se vive en el país.
La actual fiscal general, Consuelo Porras fue la única que se fue por la tangente y no quiso emitir opinión al respecto, no sé si la honorable funcionaria tiene la conciencia tranquila, porque está consolidando un Ministerio Público debilitado, por la forma que ha sido manejado y que no da muestras de ofrecer una justicia pronta y efectiva, al contrario nos desmoraliza, como se mueven los hilos dentro de la institución, que ha perdido la confianza de su accionar investigativo.
Si bien es cierto que ahora tenemos agencias fiscales en todo el país, pero de que nos sirve si no se demuestra la eficacia del MP, se tienen muchos casos en donde los fiscales tienen que pedir una disculpa a los procesados, porque se equivocaron o no tuvieron la capacidad de demostrar los señalamientos imputados. Hay expedientes que tienen varios años en investigación y se vencen los plazos que se tienen para pedir que se lleve a juicio o bien desechar el mismo.
Pero lo que realmente preocupa es que nadie cree en los “politiqueros”, solamente los que trabajan con ellos, para tener una plaza o un “negocio” que les permita convertirse en los nuevos ricos de este país. Es notorio que vivimos una situación económica, política, social y moral muy deteriorada y hoy, como en muchos países, nos debatimos en una de las peores crisis de nuestra historia nacional.
Los jóvenes ya están “hartos” de la clase “politiquera” y de los desmanes que han realizado para beneficiarse ellos y sus familias. El nivel de insatisfacción es muy elevado, la mayoría de los guatemaltecos estamos preocupados por los niveles de pobreza, corrupción, impunidad, analfabetismo, falta de vivienda, servicios básicos, inseguridad, insalubridad, violencia común, organizada y política, pero sobre todo por la falta de valores morales, que ha permitido que los políticos se vuelvan descarados y que ya no les importe aparentar que roban, ya se dieron cuenta que aquí todo pasa y no pasa nada.
Un medio de comunicación publicó los nombres de 12 políticos que aspiran llegar a la Presidencia de la República, aunque faltan otros tantos y en los comentarios vertidos, nadie da un centavo por los personajes que aparecen, muchos aseguran que su voto sería nulo, otros que ni licuados sale uno bueno y que todos pertenecen a la misma cloaca.
Por eso en las próximas Elecciones Generales, los jóvenes van a tener la oportunidad de manifestarse y pensar muy bien su voto, no creo que voten por los mismos, tiene que surgir un candidato nuevo que llene las expectativas y que tenga el perfil de una persona honesta, proba y capaz. Creo que ahora nuestra juventud está clara, de que ya no es un simple espectador, sino que un creador y transformador de nuevas oportunidades.
Pero para que esta participación alcance los objetivos propuestos, las nuevas generaciones deben involucrase, pero de una manera activa, honorable y eficaz para que se alcancen transformaciones sociales. Por eso es que debemos entender que todos somos políticos, no partidistas, y no debemos de ser participativos eleccionarios, sino que entes de cambio que estamos cansados de tanta mentira, populismo y engaño de la clase política que nos tiene al borde de un Estado fallido.