Marco Trejo
“Lo que menos queremos es que sigan llegando a nuestros hoteles los sinvergüenzas de la supervisión del registro del Inguat, porque son unos mañosos y solamente vienen a que les demos todo de gratis para cobrar sus viáticos y amenazarnos de que van a cerrar nuestros negocios, porque no estamos al día, con el impuesto de ocupación”, según denuncia que hacen miembros de la Cámara de Turismo (Camtur).
Esta situación se conoce internamente en el Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat), todo el mundo lo sabe, incluso el director Mynor Cordón, pero no hace nada porque su puesto es político y no quiere meterse en problemas. “Estos señores nos acosan y nos amenazan, se llenan los bolsillos con los pagos que reciben debajo de la mesa y ese dinero debería de servir para promover el turismo, tanto a nivel nacional como internacional”, explica otro de los hoteleros.
El Inguat percibe un impuesto del 10 por ciento por el pago de un servicio de hospedaje en una habitación de hotel o centro de alojamiento. Lo recaudado se utiliza, según la ley, para promover al país a nivel nacional e internacional, así como destino turístico e inversión en lugares que reciben a turistas. “Esto no se da, ese dinero va a parar a los bolsillos de unos pocos trabajadores y se menciona que llega hasta los que están arriba”, resaltan los denunciantes.
Las estadísticas que maneja el Inguat revelan que hasta noviembre de 2021 ingresaron al país más de 510 mil 957 turistas extranjeros que han dejado más de US$456.6 millones por concepto de divisas (unos Q3 mil 561 millones 480), lo cual hace que el instituto de turismo reciba un monto nada despreciable y por el contrario muy apetecible. Esto sin contar con las cifras que deja el turismo interno de 81 millones 333 mil que han dejado Q21 mil millones 092 hasta el momento.
En Guatemala operan unos 7 mil hoteles, pero están registrados únicamente unos 4 mil, cuyos propietarios cobran, un impuesto que debe ser trasladado al Inguat, pero cuando no sucede el Departamento de Registro impone multas para que ese dinero sea trasladado a las arcas de la institución, por cierto allí es donde se encuentra “el negocio”, que se ha convertido en un secreto a voces dentro del ente burocrático.
Las supervisiones viajan todas las semanas con Q450 diariamente para “hacer su trabajo”, pero en realidad lo que hacen es “extorsionar” a los propietarios de hoteles, para que por arte de magia, desaparezcan las multas y sus negocios queden libres de cualquier señalamiento. Los hoteleros tienen en su poder expedientes donde las multas sobrepasaban los Q600 mil y posterior a la visita del supervisor del Inguat todo desaparece y queda limpio el expediente.
Este es un mal enraizado en el Estado, no existe ningún ente que cuente las costillas a los empleados públicos, todo queda en el criterio de los politiqueros, quienes únicamente buscan servirse y no servir, tal el caso que estoy escribiendo. En la actualidad no existe un ente fiscalizador de la productividad de las instituciones del Estado, cada una hace lo que le viene en gana y no cuenta con indicadores de este tipo, no podemos seguir pagando salarios de personas improductivas, porque ese dinero debería ser invertido en desarrollo social.
En otros países el sector turismo es prioridad del Gobierno Central porque es una de las industrias más importantes para mejorar los ingresos del Estado. En la actualidad, el turismo representa para Guatemala el segundo generador de divisas, por detrás de las remesas familiares (Banguat, 2020), por lo que se hace necesario establecer parámetros para el aprovechamiento turístico de los destinos, de una manera eficiente y sostenible.
El próximo Presidente tiene que estar consciente que tiene que mejorar la competitividad burocrática, ya que en este momento el Presupuesto General de la Nación se gasta (un 80 por ciento del mismo), en pago de salarios y eso no es bueno para ninguna nación, porque nos sumerge en índices negativos en temas de educación, salud, empleo, infraestructura, turismo, etc…pero sí un gobernante es más visionario podemos convertirnos en un país más competitivo, tal como ocurre en El Salvador y Costa Rica.
Pero en el caso del Estado guatemalteco, esa medición no existe, nadie tiene la obligación de dar cuentas de lo que hace y deja de hacer, en cualquier empresa un trabajador burocrático no tardaría ni seis meses en su puesto, no se tienen índices de lo que se trabaja y menos índices de lo realizado en beneficio colectivo (producido).
Los jefes y directores administrativos del Estado no aplican ningún control sobre el empleado estatal y éstos amparados en los sindicatos que hacen lo que les viene en gana y han encontrado la forma de enriquecerse a costillas de los impuestos que se perciben y que deberían servir para el desarrollo de la nación. Nuestra Contraloría General de Cuentas no cumple con su función y permite los desmanes burocráticos que día a día se conocen.
Así que se le debe poner atención a los actos de corrupción que cometen los supervisores del Inguat, que están haciendo su “agosto” del impuesto hotelero y le están quitando a Guatemala uno de los rubros más importantes de desarrollo a nivel mundial, que ocupa un tercer puesto en el ranking de volumen de exportaciones, sólo superado por la industria de productos químicos y los combustibles.