Marco Trejo
Los destrozos que fueron causados a los monumentos de Cristóbal Colón y la estatua del general José María Reyna Barrios, que están sobre la Avenida Las Américas y Avenida La Reforma respectivamente, han causado indignación en una parte de la población, mientras que otra se congratula por el hecho de que son personajes que representan, parte de la historia oscura, que dejó la venida de los españoles a tierras americanas.
Los daños al patrimonio nacional se dieron en el marco de la conmemoración del Día de la Hispanidad –Día de la Raza-, que se celebra en varios países latinoamericanos, donde Guatemala no fue la excepción. Por este hecho se encuentra procesado Rudy Amílcar López Pablo, de 28 años, quien es acusado de ser uno de los presuntos responsables de causar los destrozos.
El abogado de López Pablo, en la audiencia de primera declaración, de una manera muy astuta no dejó que su patrocinado diera declaraciones y le ordenó decir que, únicamente habla el idioma Mam, por lo que la misma fue suspendida porque no había un traductor para el efecto. Esto demuestra que este tipo de hechos tienen, una agenda ideológica definida, que al final y al cabo viene a causar temor y zozobra en la población.
Pero hay que hacer una diferenciación entre los líderes comunitarios y los activistas que se benefician de la protesta para generar ingresos para sus intereses personales, tal como sucedió este martes 12 de octubre de 2021. Los que están a favor de este tipo de hechos argumentan, que el descubrimiento de América fue un hecho histórico, que después derivo en una conquista sangrienta, que solo dejo luto y dolor, entre la población indígena colonizada.
Pero los que critican este tipo de acciones vandálicas, no están de acuerdo con los actos de vandalismo, que ocurrieron durante el trayecto de la manifestación, supuestamente pacífica, porque con ese tipo de acciones no se va cambiar el pasado y sugieren que lo que debemos hacer es enfocarnos en buscar un mejor futuro, para las nuevas generaciones, las cuales están inmersas en problemas de salud, inseguridad, falta de educación, desnutrición y otros males que nos aquejan como sociedad que es catalogada como tercermundista.
Algunos sectores empezaron a sugerir, que se deben remover, estos monumentos y que deben ser colocados, en un museo, para que sean visitados por los que desean conocer la historia de nuestro país, pero que en su lugar, puedan ser instalados otro tipo de personajes que nos identifiquen como sociedad y que se termine esa guerra ideológica, que solamente viene a causar más odio y división entre los guatemaltecos.
Mientras no podamos convivir como sociedad, con las ideas de unos y de otros, será imposible que nos pongamos de acuerdo para cambiar muchas cosas negativas que vivimos en este momento y sobre todo no podremos hacer los cambios sociales y jurídicos que nos permita, mejorar el nivel de vida, de la mayoría de personas, quienes tenemos problemas sociales que afectan nuestro desarrollo y la de nuestras familias.
Este tipo de luchas solamente benefician a un grupo de “malas personas” que se han apropiado del Estado guatemalteco y que se han enriquecido a costilla de los impuestos, que paga el pueblo, ese es un mal que debemos cambiar, pero con este tipo de guerras ideológicas, nunca nos pondremos de acuerdo, para buscar mejoras para nuestros hijos y nietos.
Tenemos que hacer conciencia y sobre todo evaluar qué es lo que más nos conviene como país, porque lo que vivimos en este momento, no nos deja nada positivo, para nadie y tenemos que evitar caer en un abismo, que será muy difícil de salir y que permita el bienestar de todos los que habitamos este hermoso y productivo país.