Marco Morales
Está muy de moda el agua amigo… aunque se está desperdiciando a cántaros.
Llueve nuevamente en la Metrópoli de Guatemala, y vuelve el calvario de las calles y avenidas inundadas con aguaceros y pequeñas lluvias. Esto no se ve en cualquier país con buenos diseños hidráulicos de drenajes y áreas verdes planificadas.
Siguen siendo los mismos alcaldes y los mismos equipos de profesionales saciados en actividades lúdicas (carreras, rifas, concursos) o maquillaje de una ciudad en la que cada día es más caro vivir y cuesta más tiempo y más dinero transportarse.
El desperdicio de agua se observó en días pasados, en múltiples imágenes publicadas en medios noticiosos y redes sociales. Carros con el agua arriba de las llantas, decenas de puntos intransitables por el agua, calvario interminable de tráfico y caos.
Una de las imágenes que más llamó mi atención fue una cascada de agua de lluvia desbordándose en un paso a desnivel. Mi tuit de comentario fue este: “¡El dinero de los estudios hidrológicos e hidráulicos se lo gastaron en pagarle al plomero más caro del mundo!”.
La plaga de corrupción que llega hasta la médula de las mesas y sillas del poder municipal, prioriza el dinero de IUSI, boleto de ornato y multas de tránsito para coimas a familiares de directivos y amigotes. Pregúntenle a esa gente ¿cuánto ha invertido en un estudio hidrometeorológico para determinar las nuevas curvas de intensidad-duración-frecuencia de las lluvias o en establecer nuevos modelos matemáticos que expliquen la variabilidad del régimen de precipitación pluvial? ¿cuántos modelos hidráulicos y cálculo de drenajes nuevos han realizado para mejorar los antiguos y colapsados sistemas que no están preparados para soportar tanta escorrentía?
A esa plaga, se une la de muchos vecinos y políticas públicas que impermeabilizan el suelo. Nosotros por principio, en nuestras oficinas, tenemos área verde y hoy en día 14 árboles para la sombra, la biodiversidad y la recarga hídrica urbana; contribuimos con nuestro grano de arena, para retener el agua de lluvia en las hojas de los árboles, contribuir a la pérdida de su poder erosivo al resbalar por los troncos y ramas, favorecer su infiltración con un suelo verde, lleno de raíces, en suma, retrasar la formación de escorrentía que genera las inundaciones.
Pero y usted amigo, ¿ocultó el suelo con cemento? ¿llenó de concreto los jardines? ¿cortó todos los árboles sin piedad alguna?… ¿siguió así el ejemplo y lo que parece política pública de la Municipalidad de Guatemala?
Todo ese desperdicio de agua que se va a los drenajes y a los barrancos, es lo que tuvo que recargar los acuíferos, para compensar la sobreexplotación desmedida que los capitalinos hacemos de las aguas subterráneas.
Lo que ha sucedido, es que las aguas subterráneas son cada día más profundas, generando una de las causas naturales más documentadas que explican la presencia de metales pesados en las aguas para consumo humano y uso doméstico.
Sí amable lector, esa desconexión del ciclo hidrológico, esa pérdida de cantidad de agua para la recarga hídrica está totalmente relacionada con la crisis de calidad del agua que hay en la Metrópoli hace al menos 15 años, y que hace poco se publicó en un estudio para la Capital encontrando alarmantes concentraciones de arsénico que llega impunemente a muchos hogares.
Alce su voz y su demanda, o siga ahogado, envenenado (con arsénico) o con sed.