Marco Morales
El precio del agua en Guatemala, en la inmensa mayoría de servicios municipales de suministro, es irrisorio. ¡Dios guarde subir el precio del agua porque hay revuelo social y manifestaciones! Los políticos y vividores lo saben y por eso prefieren el mal servicio y hacer negocio con la crisis.
Mejor así, un precio ridículo e insuficiente, que no cubra con los costos de operación y mantenimiento de los sistemas de agua potable y tratamiento de aguas residuales, y mucho menos, con los costos de monitoreo de la calidad del agua. ¿Verdad que sí alcaldes? ¿verdad que sí vividores?
Llevamos meses viendo la escalada de los precios del combustible y su impacto en los precios de productos de primera necesidad y en los sistemas productivos del país. Suficientes titulares, programas de análisis, artículos, memes y tuits para abordar el tema.
Pero y ¿el precio del agua? ¿por qué no les importa? ¿por qué no sube?
Creían los ingenuos y negligentes que la sobreexplotación de los acuíferos y la falta de tratamiento de aguas residuales nunca iba a afectarles directamente.
Hoy, una tercera parte de las muestras de agua analizadas de la Ciudad de Guatemala, presentan arsénico en nivel de riesgo para la salud, según un estudio realizado por UVG y RTI (Hoponick etal., 2022), que documenta la problemática y la relaciona con fuentes geológicas de contaminación, tratamiento de aguas residuales y el bombeo de pozos.
El arsénico y otros metales pesados en el agua generan muchos riesgos para la salud como cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares y de los riñones, según la OMS. ¿Le suena familiar?
Confío en que un nuevo Estado, en el futuro, demostrará las enormes relaciones de tanto problema de salud y desnutrición con la contaminación del agua en este país.
Mientras tanto, ¿el prestador del servicio de agua (municipal o privado) cumple ante usted con la obligación por ley, de informar sobre los análisis completos de calidad del agua y las medidas de protección hídrica para cuidarle a usted, su familia o su empresa?
En numerosas entrevistas he alertado sobre este problema. En Revista D del 12/2/2017 hablé sobre contaminación de metales pesados en la Metrópoli (un gran número de pozos con reportes de arsénico en Mixco, la zona de El Naranjo, zona 2, hasta llegar a Carretera al Atlántico); en otro artículo del 3/9/2021 dije: “Yo no recomendaría, por la situación actual del país, con un servicio tan intermitente y sin la información adecuada, consumir alegremente y como norma el agua del chorro en la capital”.
Diversas personas y entidades han pedido a nuestra empresa, diagnosticar el problema y proponer soluciones, pues afortunadamente las hay. Por ejemplo, logramos proteger la vida de casi mil familias en Palencia, al tratar 154 galones por minuto de agua de pozo contaminado, implementando una de las metodologías más aceptadas para la remoción de arsénico: adsorción con sales de hierro.
Pero, vea usted, la solución debe ser mixta, pues el problema no es solo tecnológico; también de gobernanza. Se requiere cohesión social de los usuarios del servicio y mecanismos financieros sólidos (sistema de tarifas u otros esquemas de financiamiento). Con Water Co. pronto iniciaremos diagnósticos locales sobre estas dimensiones en el país.
Es mucho más caro el precio de la indiferencia, de la ignorancia y la negligencia, amigos. Y ustedes ya lo saben.