Marco Morales

Marco Morales, Director de Water Co. www.water-co.com Ph.D. en ingeniería hidráulica y medio ambiente, MSc. Gestión y Planificación del Agua (UPV, España), especialista en Water Quality Monitoring (JICA, Japón), Gestión económica de recursos naturales y ambiente (UAH, España), Ing. Agr (USAC, Guatemala) Correo: marcomorales@water-co.com | Whatssapp: +502 33258714

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Marco Morales

¿Cómo así que tener calles y avenidas inundadas tras las abundantes lluvias significa que mañana tendremos menos agua?, se preguntará usted.

Aunque parezca un contra sentido, es la realidad, es un asunto de “velocidades del flujo hídrico”. La inundación urbana en grandes valles de cabeceras y parte media de cuencas hidrográficas, como Ciudad de Guatemala y la zona urbana de la Metrópoli en su conjunto, está contribuyendo a la escasez hídrica e impacta la recarga de agua para nuestros pozos. Déjeme y le explico por qué.

¿Cuántas veces ha escuchado hablar de “suelos saturados”? El agua en esos suelos tiene dos caminos: generar de manera rápida la escorrentía (flujo superficial y subsuperficial) hacia los cauces, o generar de manera lenta la infiltración profunda (percolación) hasta llegar a los acuíferos.

La primera es una respuesta rápida de la cuenca, que tiene por fin inundar los cauces y formar las crecidas de los ríos, es decir trasladar la enorme masa y energía del flujo hídrico hacia zonas más bajas y llanuras de inundación y eventualmente, llegar al mar. La segunda es la respuesta media y lenta de las cuencas: piense el tiempo que le toma al agua infiltrarse/percolarse cientos de metros de profundidad; efectivamente, es un proceso de varios meses.

En condiciones naturales, estos procesos están definidos por la intensidad de la lluvia (volumen/tiempo), la cobertura vegetal, el tipo de suelo y el relieve. Una parte inicial de la lluvia se retiene en las hojas de los árboles. La textura, estructura y materia orgánica del suelo, definen su poder de retención de humedad y permeabilidad.

El agua de lluvia en estas condiciones es una “bendición” para la recarga hídrica. Pero en zonas urbanas, la construcción de calles, avenidas, casas, techos, centros comerciales, etc., ha propiciado deforestación e impermeabilización de suelos, rompiendo la capacidad natural de regulación del ciclo hidrológico. Por ello, se requiere de gran inversión en infraestructura gris del agua (alcantarillas y drenajes) para drenar con rapidez los “excesos” de agua de tormentas; al hacerlo, sin SUDS ni obras de infraestructura verde, nos pegamos un tiro en el pie.

El agua de la lluvia que se va por los tragantes ya no recargará lentamente los acuíferos de la altiplanicie. Sobre esos acuíferos están construidos los pozos mecánicos que abastecen barrios, colonias y edificios; ¿vive o trabaja usted en alguno de esos lugares? ¿comprende la conexión y los impactos que tiene lo que le comento sobre la sostenibilidad de su vivienda o empresa?

La tesis URL de Cruz (2019), concluye con base en resultados preliminares de modelación hidrológica, que «la planificación territorial sí favorece la oferta hídrica pero no es suficiente para contrarrestar los efectos del cambio climático» y que “para suplir la demanda de la población con aguas subterráneas se tarda entre 1.7 y 3.4 años hidrológicos para recuperar la capacidad de producción a partir de la recarga hídrica”.

En promedio necesitamos más de 2.5 años de lluvias para recargar la demanda anual de aguas subterráneas para el consumo humano; si consideramos la demanda productiva anual (industria, comercio, etc), posiblemente se requiere más de 5 años de lluvias ¿Comprende?

Recuérdelo cuando vea calles inundadas y el agua de lluvia yéndose por los tragantes.

Necesitamos revertir esta situación, romper el statu quo del agua en Guatemala, para ser sostenibles, prósperos y desarrollados.

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