Casi todos los partidos políticos han incurrido en propaganda anticipada. Dejémonos de cuentos. Desde hace varios meses han aparecido afiches, vallas, anuncios, etc. donde se publicita la imagen de determinado partido y la adición “afíliate” y hasta la guizachada de invocar el literal h) del artículo 20 de la Ley Electoral que se refiere a “proselitismo en época no electoral” que estable que son permitidas las publicaciones para promover “acciones y actividades de formación y capacitación, organización y difusión de su ideología, programa político, etc.” Entonces ¿por qué no aparecen en esas publicaciones nada de lo que, precisamente, autoriza el mencionado artículo? “Afíliate” a secas. Nada de la posición política, de los programas de gobierno, etc. Cabe también preguntar ¿por qué esas actividades partidistas no se realizaron en 2021 o 2022? Es la época precisa para la formación interna y capacitación de los partidos. No. Casualmente empiezan a aparecer publicaciones a pocas semanas de la apertura del proceso electoral y en casi todos solo aparece la citada inscripción. Sería muy interesante determinar cuántos ciudadanos, motivados por alguna de esas vallas, haya corrido a afiliarse con determinado partido. Sobra decir que, salvo los diseños y los colores, no existe ningún elemento diferencial de un partido frente a los demás. Nada que convenza a un vecino de afiliarse. Por otra parte se buscan afiliados en el momento de formación del partido, una vez logrado el número mínimo para la inscripción del partido, ya no interesan más afiliados. ¿Para qué?
Es claro que en esas publicaciones previas no promueven a figuras particulares (salvo excepciones). Pero ¡allí está el detalle! No es ese el objetivo de dichas acciones. De hecho ¿cuáles figuras? Salvo las tres señoras (que ustedes bien reconocen), Mulet y Arzú, no existen precandidatos que resalten y que se quieran promover. No los hay. Supuestamente son 29 candidatos presidenciales de los que ya van inscritos unos 20. Estoy seguro que contados ciudadanos me pueden repetir el nombre de los 29. O al menos de 15. O de 10. Por eso, al igual que aquellos juegos de destreza para niños, me gustaría poner en una columna las fotos de los candidatos y en la otra columna, en desorden, los símbolos partidarios para que, en la prueba y tomando una pluma, conecten la foto con el símbolo. Muy pocos acertarían. Por eso, repito, lo importante son los símbolos.
En medio de tanta imprecisión y difusión de partidos políticos lo que interesa a los promotores es “impactar” con el símbolo. Lo de la organización y la ideología es lo de menos. Que se vaya grabando en el subconsciente el escudo del partido. Al estilo de Goebbels y de Lenin, insistir, insistir, insistir, con la pretensión de que el día de los comicios vaya a votar casi de manera robótica.
Hay algo más, a muchos activistas lo que realmente les interesa realmente son los listados de diputaciones. Todos quieren ser diputados y por eso pugnan por los primeros lugares en los listados nacionales o distritales. En un plan realista no tienen mucho interés en las candidaturas presidenciales porque intuyen que sus candidatos tienen iguales posibilidades que un burro en el hipódromo. Pero eso no les importa mucho. Les interesa el derecho de su nariz: quedar de diputado; ya llegará el momento en el que el triunfador de la elección presidencial se me acerque para “negociar” mi voto.
La publicidad que se va a desplegar en la época de campaña no va a ser muy diferente de la que ya se ha desarrollado. Sólo le agregarán una foto amable y sonriente (Photoshop) de los candidatos presidenciales, de diputados y de alcaldes. ¡Uy! En medio de esa parafernalia apenas va a haber concentración para analizar a cada candidato. Tampoco la LEEP habilita tiempo suficiente, pero esos son otros cien pesos.