Luis Fernandez Molina

luisfer@ufm.edu

Estudios Arquitectura, Universidad de San Carlos. 1971 a 1973. Egresado Universidad Francisco Marroquín, como Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales (1979). Estudios de Maestría de Derecho Constitucional, Universidad Francisco Marroquín. Bufete Profesional Particular 1980 a la fecha. Magistrado Corte Suprema de Justicia 2004 a 2009, presidente de la Cámara de Amparos. Autor de Manual del Pequeño Contribuyente (1994), y Guía Legal del Empresario (2012) y, entre otros. Columnista del Diario La Hora, de 2001 a la fecha.

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Luis Fernández Molina

George Orwell fue un visionario que a través de privilegiada ventana pudo asomarse y contemplar escenarios de un futuro cercano; anticipó lo que pasó a llamarse la “sociedad orwelliana”. El mundo del hombre-masa como también previó Ortega y Gasset. Una comunidad borreguil, donde la verdad es un privilegio de la cúpula dominante. La verdad siempre relativa, sería desmenuzada y los centros de poder habrían de manipular la información a su antojo y conveniencia. Después de todo si la población va a creer alguna de las versiones que se difunden, entonces difundir muchas “verdades falsas” (valga el oxímoron). De esa forma se compone una sociedad de individuos que son permanentemente controlados por los gobernantes. Y la tecnología viene de la mano para consolidar ese creciente control.

Orwell escribió su obra en 1947 y la publicó en 1949, esto es, una anticipación de 35 años a los hechos que describe habrán de suceder en 1984. Por eso la novela se titula “1984”. Es claramente una ficción pero de tipo político-social y se enmarca en el género denominado distópico. Este término refiere a un enfoque negativo del comportamiento social; “distopía” se opone a “utopía” que es la visión idealista de la sociedad (La República de Platón, Utopía de Tomas Moro, La ciudad de Dios de san Agustín). Estos grandes pensadores imaginaron un mundo futuro más armónico y feliz. Los distópicos por el contrario anticipan una descomposición social y plantean escenarios oscuros. Acaso son más realistas que los utópicos.

Orwell acertó en cuanto al año pues para entonces se aplicaban las sorprendentes innovaciones de Bill Gates, Steve Jobs, Steve Wozniak, Paul Allen, entre otros genios emergentes de la computación. Desde esos primeros años la tecnología se ha venido desarrollando al punto que la inteligencia artificial es una verdadera amenaza al protagonismo del intelecto humano. En todo caso los brincos tecnológicos se suceden cada año al punto que, quien maneja las computadoras controlará a la sociedad. Entre los últimos avances está el control biométrico que en muchos países, como China, sirve de base para un seguimiento de cada individuo al punto que colocan cámaras con este sistema en sus calles.

Hace un tiempo circulaba un meme (entre muchos) en el que se celebraba que en nuestros años mozos no hubiera internet. ¡Qué suerte! De esa forma no quedó rastro de nuestras andanzas y travesuras. No quedó rastro de nuestra euforia romántica ni de las sombrías expresiones de melancolía. Nadie les hizo screen shot. Nadie tomó video en nuestras parrandas. ¡Ufff! Hoy día todo lo que digamos queda registrado, grabado, compartido o, para usar palabras propias del nuevo orden: “viralizadas”. En otro meme de esos días, un empleado de la pizzería le pregunta al cliente si quiere la pizza con jamón y piña, “como siempre”. Le advierte que su colesterol está muy elevado y que tiene indicios de intolerancia al gluten, dato que aparece en pantalla así como las compras de medicinas para controlar la presión alta y el citado colesterol. Le ofrece una promoción de productos deportivos ya que también aparece que le gusta ver competencias. Le recuerda también que su tarjeta de crédito está a punto de vencimiento y que tiene una cuota atrasada. Datos que también aparecen en pantalla.

Cada consulta que hagamos queda registrada. Así, el “gran hermano” sabrá, con solo apachar un código, si padecemos de diabetes, presión alta, alopecia, obesidad, depresión, somnolencia, etc. Por consultas de tipo técnico o profesional sabrá el dicho hermano cuál es nuestra ocupación. Sabrá el susodicho hermano cuáles son nuestras aficiones: el tiro al arco, la halterofilia, la pornografía, la literatura, los deportes al aire libre, la crianza de perros de raza, el yoga, la cocina, la Historia, la apicultura, artes manuales, etc. Fácil será para el hermano determinar nuestra afiliación política como también la orientación sexual y nuestras preferencias vacacionales. Toda esa información estará ahí y lo más irónico es que seremos nosotros mismos quienes proporcionemos toda esa información en forma totalmente libre.

Y una vez instalado ese sistema tenderá a la consolidación porque el gran hermano advertirá de cualquier inconformidad o foco de rebelión de algún individuo en medio de las masas. Bienvenidos a “la granja de Orwell”.

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