Cuando se nos va un amigo siempre es lamentable, pero si quien desaparece físicamente se encuentra en la plenitud de su vida haciendo sus aportes al pensamiento político y sus reflexiones sobre lo que convendría hacer para salir del atolladero nacional en que nos encontramos son particularmente valiosas, entonces su pérdida se hace doblemente trágica y causa una mayor pesadumbre. Se nos ha ido Edmundo Enrique Vásquez Paz, hijo del ex rector de la Universidad de San Carlos y ex presidente de la Corte Suprema de Justicia Edmundo Vásquez Martínez y de Olga Paz Valle, perteneciente a la distinguida familia de Alberto y Enrique Paz y Paz. Ambos hicieron historia en Guatemala en sus luchas por causas justas que les llevaron a enfrentar a los enemigos de la libertad y de la democracia, siempre abundantes en nuestro atribulado país. Edmundo hizo sus estudios y se graduó en Alemania en las áreas técnicas del conocimiento siendo un ambientalista distinguido, casado con la doctora Alejandra Sobenes, también con una destacada trayectoria en el campo de las ciencias ecológicas.
Fue por su vinculación con los temas del medio ambiente que Edmundo colaboró con IRIPAZ y últimamente manteníamos una estrecha relación en grupos de lectura y reflexión sobre temas diversos. Siempre entusiasta y abierto a nuevas ideas, fue también articulista en este diario y por cierto, en su último artículo – publicado el pasado viernes 2 de mayo– nos recordaba que para tener una “visión de estadista” bien harían los políticos en diseñar rutas para el quehacer político en lugar de sus usuales improvisaciones demagógicas algo muy en sintonía con uno de sus libros (“Guatemala, un país que merece gobernarse a sí mismo”) en donde nuestro amigo se refiere, entre mucho otros temas, a las prácticas tradicionales de hacer política en Guatemala en donde con frecuencia lo que sucede es que quienes llegan a puestos de gobierno carecen de ‘voluntad política’ para cumplir con el mandato de los electores cuando lo que ocurre en realidad es que la ausencia de sustentación social hace inexistente nuestra supuesta ‘democracia representativa’.
Mundo incursionó también en la literatura y es por ello que el conocido escritor Fernando González Davison, en artículo reciente publicado en la revista digital Gazeta afirma que Edmundo era también un buen escritor pues en otro de sus libros (“No para cualquiera”) en varios de sus cuentos breves da muestras de gran habilidad literaria siguiendo el estilo de Tito Monterroso y alude al “somormujo somnoliento” como uno de los mejores cuentos del texto.
Edmundo creó varios grupos de reflexión digitales a los que llamó “Corrientes” en los cuales solíamos tener reuniones presenciales. En las reuniones de análisis de textos de diversa índole siempre hacía aportes en los cuales su pensamiento evidenciaba profundidad y una cuidadosa manera de interpretar las lecturas. Edmundo Vásquez, todo un caballero a quien su “nobleza e hidalguía le venía por estirpe” – como escribió en este mismo diario René Villegas Lara – nos hará mucha falta. Descansa en paz querido amigo.