La migración es un fenómeno universal que a lo largo de la historia de la humanidad ha determinado un constante flujo de personas por diversos territorios y entonces, como ahora, se produce fundamentalmente por temas relacionados con la pobreza y la inseguridad que se vive en distintos sitios del planeta. Obviamente, hay aprovechados que sacan jugo a esa situación de necesidad y explotan a los migrantes, pero no se puede negar la existencia de razones profundas que mueven a tanta gente a tratar de buscar en otros países lo que no encuentran en los propios.
Los países destino de los migrantes establecen políticas para regular y limitar ese flujo y lo mismo hacen aquellos que son lugares de paso por donde tienen que transitar en su ruta al destino final. Sin embargo, es fundamental entender que es un problema humanitario y así debe ser enfocado, entendiendo que el migrante no es un criminal, sino un ser humano desesperado por encontrar medios de vida dignos que, por más esfuerzos que haga, no logra en su propio ambiente.
La existencia de albergues debe responder a ese carácter humanitario de la migración y jamás debieran ser prisiones donde son encerrados como viles criminales. En Ciudad Juárez los migrantes fueron encerrados tras barrotes y fue allí donde murieron, lo cual hace que esa situación sea muy similar a la del tristemente célebre Hogar Seguro, donde adolescentes guatemaltecas bajo custodia oficial murieron en un incendio de similares condiciones.
Las autoridades a cargo del albergue, convertido en prisión, salieron huyendo del lugar y no hicieron ningún esfuerzo por contener el incendio o por liberar a las personas que se encontraban tras las rejas, exactamente como aconteció en ese famoso y triste caso de Guatemala. Pero lo peor de todo es que el video fue de conocimiento de las autoridades antes de que dieran la noticia y aun así el mismo López Obrador simplemente culpó a los migrantes de haber causado la enorme tragedia que les causó la muerte.
Insistimos en que hay que entender el tema migratorio desde sus raíces y no viendo únicamente sus efectos. La gente decide emigrar no por placer ni por aventura, sino simplemente por pura necesidad. Si en sus países hay violencia común, represión política o altos niveles de pobreza, esas son las causas profundas de ese gigantesco desplazamiento de personas. Por lo tanto, encerrarlos como criminales en cárceles a las que les llaman albergues no es ni humanitario ni correcto y eso hace peor y más dolorosa la terrible desgracia de Ciudad Juárez.